¡Atención! Se ha perdido una cruz y no se da con ella, es la de mi Cristo roto. ¿Se acuerdan que les conté que mi Cristo no tiene cruz? ¿Alguno de ustedes ha encontrado una cruz? ¿Quieren las señas? ¿El tamaño? No es muy grande, pero es una cruz y no hay cruz pequeña, además es una cruz para Cristo así que no hay modo de medirla, con estas señas basta porque en definitiva todas las cruces son iguales.
Perdonen pues mi insistencia, ¿Quién de nosotros no ha encontrado una cruz? Mejor dicho: ¿Quién no tiene una cruz? Todos la llevamos encima, a cuestas, aunque no se nos vea, aunque sonriamos. A veces por oculta, más pesada.Esta noche al acostarnos, no podremos dejarla colgada en un gancho, se apoyará en nuestra misma almohada y a veces nos hará despertar sobresaltados. Otras veces la cruz se manifestará a manera de insomnio. Y al levantarnos mañana, no será necesario vestírnosla, saltaremos de la cama con ella ya puesta.
A la entrada de nuestro trabajo dejaremos estacionado el auto o la bicicleta. Ojalá pudiéramos por unas horas dejar estacionada nuestra cruz… imposible. ¡Y menos mal que en los aviones no nos pesan la cruz junto con nuestras maletas! Nadie escaparía de pagar un insospechado y arruinante exceso de equipaje.
¿Que quién ha encontrado una cruz? Todos… todos, buenos y malos, santos y criminales, sanos y enfermos, ni siquiera respeta a los que parecen ignorar el dolor con las carcajadas, juergas y fiestas de su vida.
Toda ciudad en definitiva es un bosque, una selva, una colmena de cruces, ¿Y sabes amig@ por qué a veces nuestra cruz resulta intolerable? ¿Sabes por qué llega a convertirse en desesperación y suicidio? Porque entonces nuestra cruz, es una cruz sola, sin Cristo, solamente se puede tolerar cuando lleva con Cristo al lado, porque su yugo es suave y ligera es su carga.
Una cruz que no te acerca a Dios, es absurda, no tiene sentido, por eso se me ocurre una idea: Yo tengo un Cristo sin cruz y tú tienes, tal vez, una cruz sin Cristo. Tú no resistes tu cruz porque te falta Cristo. ¿Por qué no le das esta noche tu cruz vacía a Cristo? Tú tienes una carga vacía, helada, negra, sin sentido. Te comprendo, sufrir así ha de ser irracional y no me explico cómo has podido tolerarla tanto tiempo, pero tienes el remedio en tus manos… anda, dame esa cruz tuya, dámela, te doy a cambio este Cristo sin cruz. Recíbelo, es tuyo, dale tu cruz, toma mi Cristo para que te ayude a cargarla. Háblale y escúchalo, sé su discípul@.
Y si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.
Por nada estéis afanados, antes sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego y con acción de acción.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Perdonen pues mi insistencia, ¿Quién de nosotros no ha encontrado una cruz? Mejor dicho: ¿Quién no tiene una cruz? Todos la llevamos encima, a cuestas, aunque no se nos vea, aunque sonriamos. A veces por oculta, más pesada.Esta noche al acostarnos, no podremos dejarla colgada en un gancho, se apoyará en nuestra misma almohada y a veces nos hará despertar sobresaltados. Otras veces la cruz se manifestará a manera de insomnio. Y al levantarnos mañana, no será necesario vestírnosla, saltaremos de la cama con ella ya puesta.
A la entrada de nuestro trabajo dejaremos estacionado el auto o la bicicleta. Ojalá pudiéramos por unas horas dejar estacionada nuestra cruz… imposible. ¡Y menos mal que en los aviones no nos pesan la cruz junto con nuestras maletas! Nadie escaparía de pagar un insospechado y arruinante exceso de equipaje.
¿Que quién ha encontrado una cruz? Todos… todos, buenos y malos, santos y criminales, sanos y enfermos, ni siquiera respeta a los que parecen ignorar el dolor con las carcajadas, juergas y fiestas de su vida.
Toda ciudad en definitiva es un bosque, una selva, una colmena de cruces, ¿Y sabes amig@ por qué a veces nuestra cruz resulta intolerable? ¿Sabes por qué llega a convertirse en desesperación y suicidio? Porque entonces nuestra cruz, es una cruz sola, sin Cristo, solamente se puede tolerar cuando lleva con Cristo al lado, porque su yugo es suave y ligera es su carga.
Una cruz que no te acerca a Dios, es absurda, no tiene sentido, por eso se me ocurre una idea: Yo tengo un Cristo sin cruz y tú tienes, tal vez, una cruz sin Cristo. Tú no resistes tu cruz porque te falta Cristo. ¿Por qué no le das esta noche tu cruz vacía a Cristo? Tú tienes una carga vacía, helada, negra, sin sentido. Te comprendo, sufrir así ha de ser irracional y no me explico cómo has podido tolerarla tanto tiempo, pero tienes el remedio en tus manos… anda, dame esa cruz tuya, dámela, te doy a cambio este Cristo sin cruz. Recíbelo, es tuyo, dale tu cruz, toma mi Cristo para que te ayude a cargarla. Háblale y escúchalo, sé su discípul@.
Y si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.
Por nada estéis afanados, antes sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego y con acción de acción.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Sobre esta meditación cuaresmal, quisiera compartir una impresión que tuve. La noche anterior he comido fuera de casa y obviamente, disfruté mi plato. Pero camino a casa, a eso de la medianoche, todos sabemos que es hora de juergas y diversión, pero también de malas intenciones y situaciones chocantes. Al pasar por el centro de la ciudad, entre mujeres y travestis, recuerdo que he visto a un grupo de 3 mujeres muy bien arregladas, pero pronto caí en la cuenta que eran prostitutas por la actitud y pronto una de ellas me dedicó una sonrisa, a ver si yo caía. Mi actitud externa fue mantener una apariencia de frialdad, aunque interiormente he visto una gran cruz que esa persona carga: ví detrás de esa falsa alegría un gran sufrimiento, sufrimiento que seguramente debe ocultar en ese oficio. Ignoro su historia y su nombre, así como también si desea seguir en esto o no, pero aunque nos cueste reconocer o le hagamos el quite a esto, la prostitución es parte de esta realidad descarnada de la sociedad: estar con desconocidos, arriesgándose si ese extraño realmente la golpeará o alguna otra cosa o solo busca eso para luego dejarla tirada como un trapo sucio y ella, rebajándose a ser un objeto de consumo. Confieso que me han causado rechazo, incluso me han gritado cosas y silbado, pero actualmente las miro con humanidad, aunque algunas de ellas persisten en la superficialidad.
En quienes se dedican a eso por necesidad o por placer, también hay algo de Cristo (se escandalicen o no de lo que digo). Sí, también, lo digo por todo lo que pasa: el rechazo de los demás al saber su oficio, ser blanco del prejuicio de otros al ver su apariencia y su forma de andar y sus gestos, etc. Lo digo porque veo muchas cruces sin Cristo, una rotura espiritual, escandalizante para muchos pero sin que nos duela realmente, "el otro lado" de nuestro concepto del dolor y del sufrimiento al que estamos habituados. No hablo de condenar, juzgar y reprochar moralmente su actuar, sino que a pesar de eso, Cristo también ha muerto en la cruz por esa mujer que vi, también pide que ore y que cualquier actitud para con ella, a Él se lo estoy haciendo. ¿Será que esa mujer tiene una cruz sin Cristo? Tal vez, pero tiene el libre albedrío de dar su cruz a Cristo o no.
Victor Hugo las incluía dentro de lo que la sociedad considera como los "miserables", y precisamente Cristo se hizo hombre para conocer nuestras miserias. Él aborrece a la prostitución, pero les aseguro que Él ama a las prostitutas. ¿Podríamos mirarlas con otros ojos, con ojos de misericordia, con los ojos de Cristo, en vez de los ojos del prejuicio, de la superficialidad, de la indiferencia o de la explotación?
"En verdad les digo que todo cuanto hicieron con algunos de los más pequeños de estos mis hermanos, a Mí me lo hicieron" (San Mateo).
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