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miércoles, 13 de marzo de 2013

De los suburbios de Argentina al balcón vaticano.


A fines del año 2004, hubo un incendio en una discoteca argentina durante el recital de una banda de rock nacional, que se produjo por un descuído de fuegos pirotécnicos como parte del espectáculo. Miles de personas quedaron heridas. Entre el caos de las sirenas de la policía y la ambulancia que se confundían con los gritos de la gente, de un autobús que transitaba por ese lugar se bajó corriendo un sacerdote a socorrer a los heridos, a consolar a los que lloraban y asistir en la agonía a los moribundos y al acabar todo, se fue sin decir nada. Nadie sabía quien era ese cura. Al día siguiente, se enteraron que el sacerdote que auxilió a las víctimas de la tragedia de la discoteca "República Cromañón" era nada menos que el cardenal primado de Argentina, Jorge Mario Bergoglio, quien estuvo sirviendo en silencio.
No es cualquier cura: acostumbrado a ir en el transporte público, no vive en el Arzobispado sino en un departamento, amante del tango y el fútbol, camina por las calles como cualquier otra persona (con sotana o con clergyman, como en la foto). No tiene inconvenientes en acompañar de noche a los enfermos en las casas o en el hospital, visitaba los colegios, un fuerte opositor al gobierno Kirchneriano frente a la matanza de inocentes (aborto) y las uniones homosexuales, sin miedo a las críticas, diciendo las cosas como son. También se opone duramente al narcotráfico. Moderado y dialogante. En el Documento de Aparecida, se le debe a él gran parte de la redacción del capítulo referente a la piedad popular. En las escalinatas de la Catedral de Buenos Aires se le veía tomar mate junto con los pobres, conversando como grandes amigos. Descrito como muy humilde, comprensivo con las madres solteras, simpatizante con los "curas villeros", de bajo perfil, rehuyendo de cualquier pompa.
Mientras yo me encontraba en facebook sentado en mi cama, extrañado de que la hora del escritunio aún no había fumata he comenzado a sospechar algo y esto se hizo concreto cuando mi madre me avisa de la fumata blanca y yo, con lo sentimental que soy, grité de alegría y pegué un salto, incluso se me escapó del pie derecho una sandalia para estrellarse contra la puerta, corrí a abrazar y besar a mi mamá. Lloré y reí. Las campanas de todos los templos del mundo se hicieron escuchar, y la Catedral tampoco se quedó atrás.
Al escuchar el anuncio latino de un emocionado cardenal protodiácono, apenas oí "Georgium Marium", me dije que salió un argentino, pero mi respuesta se confirmó en el momento del "Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem Bergoglio". Le avisé a mi madre que teníamos por primera vez un Papa latinoamericano, un Papa argentino y ella se impresionó. Solo me quedaba por saber el nombre papal y escuché el nombre de Francisco. Casi me emocioné cuando caí en la cuenta que él ha tomado un nombre aún no existente en el cuadro sinóptico del papado. No era Benedicto, Pablo, Juan, Alejandro, Pio, Clemente o algún otro nombre.
Veo asomarse por el balcón y me parece que los monseñores y cardenales que acompañan al nuevo Papa fueran más eminentes que él. Lo digo porque no apareció con roquete (alba corta encima de la sotana), ni con muceta ni con estola, solamente con la sotana blanca y con una cruz pectoral que no era de oro. Bendijo a la gente y miraba a las miles de almas que gritaban emocionadas en una repleta Plaza de San Pedro. Me alegra saber que Dios haya escogido a un hombre que jamás tuvo pretensiones de poder, ya que los hombres humildes son los que deberían estar en las posiciones más altas de la jerarquía de la Iglesia por ser ellos verdaderos discípulos de Jesús de Nazaret.
Pensaba en el nombre de Francisco... Francisco, el santo de Asís. Un hombre que vivió humilde, con sobriedad, y mientras reflexionaba casi proféticamente, Francisco de Asís fue uno de los principales reformadores de la Iglesia cuando ésta se encontraba en crisis de una notoria presencia de sacerdotes ambiciosos y corruptos, desvirtuando el verdadero mensaje de Cristo, y pocos realmente eran de verdadera vocación.
Me impresionó de gran manera los pequeños detalles que tuvo frente a los peregrinos: decirles buenas noches, pedir oraciones no solo para él sino también para el Papa Emérito Benedicto XVI, inclinar su cabeza para ser bendecido por el pueblo (nunca lo he visto en un Pontífice), y despedir a los peregrinos para que vayan a descansar tras la bendición final. Lo increíble es que enseguida "enganchó" con la gente.
Pienso yo que este hombre realmente sea el que sane las heridas de una Iglesia profundamente herida, un hombre amable y comprensivo con los que lloran desconsoladamente, un hombre dialogante, un hombre que hable con el lenguaje del corazón, un hombre que entienda y que hable en el lenguaje de todos. Eso último me lleva a pensar en lo simple que fue para Cristo hablar con toda clase de personas: pescadores, recaudadores de impuestos, mujeres adúlteras, jóvenes, niños, la servidumbre, el clero de la época, prostitutas, criminales, un centurión, autoridades romanas y tantos otros, pero le entendían (bueno, los humildes de corazón conseguían entenderlos, no así los soberbios y escépticos).
Los inconformes de siempre y los que ponen obstáculos en el camino podrán hacer cuanto se les antoje (acusar presunta colaboración con la dictadura argentina, profanar templos, protestar, blasfemar, etc.), pero que sepan que no es Diego Armando Maradona sino Jorge Mario Bergoglio la verdadera "mano de Dios", porque Él ya escogió quien es el hombre que debe calzar las Sandalias del Pescador, y Dios llamó a Francisco.
También fui a misa a la Catedral para agradecer a Dios por la elección de Francisco. Apenas me miró el obispo con la sonrisa, él también sonrió como diciéndome: "No necesito preguntarte porque estás sonriendo, porque yo también lo sé". Acolité en misa, pero no disimulé mi sonrisa "de oreja a oreja".
Por último, quiero hacer mías las palabras del libro, "Eminencia" de Morris West, el mismo que he compartido con ustedes en este último tiempo de publicaciones durante Sede Vacante: "Sea amable con su pueblo, Santidad. Viven en un mundo difícil. A menudo tienen miedo y se sienten solos. Necesitan un pastor que los cuide".
A ver si en los próximos años puedan estrenar una película del Papa Francisco, ojala ambientada en Argentina en sus años antes del pontificado, porque con gusto iría a verla.
 

1 comentario:

  1. Hermoso lo que escribiste, a momentos me emocionaron.
    Recuerdo que el año 2005, mientras estaba en una disertación sonaron las campanas de mi parroquia. Esta vez, fue bastante diferente, estaba en un laboratorio, cuando un compañero, después de revisar su celular, me dice que han elegido un nuevo Papa. Una vez que llegué a mi casa recién pude ver quien seria nuestro nuevo pastor, y ahora que lo pienso, le encontré algo raro, claro, ahora que leí tu blog lo entiendo, su aparición en el balcón fue bastante humilde y sencilla. Mi alegría fue al saber el nombre que había escogido; Francisco, y para mí como joven capuchina, fue más grande aun.
    Y así después de saber su nombre, ver su imagen, escuchar su bendición, quede muy tranquila y feliz, porque en él se puede ver la humildad, la pobreza y el amor por Jesús y su Iglesia.
    " Francisco, ¿no ves que mi Iglesia se derrumba?, anda pues y reparala", así como hablo el Cristo de San Damian, espero que este nuevo Francisco reconstruya la Fe que ha caído, pero tengo la confianza en que Dios ha entregado a su mejor pastor, para guiar su más amado rebaño.

    Cariños Pablo, muy bueno tu Blog.

    Liss

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