Choose a language:

sábado, 15 de septiembre de 2012

Una excusa de días y el tesoro de las diferencias.

 
Han sido unos días en los que he pasado sin escribir. Me sentía indispuesto, además de ocupar buena parte del día de hoy en avanzar en un trabajo grupal. No quería salir, porque se me había "echado la burra", pero era mejor avanzar luego en el trabajo para no acumular tarea, me pareció que era indispensable así que me motivé. Y ahora, en estos días de relax por Fiestas Patrias, algo de tiempo para estar en familia.
Después de recuperar mi e-mail y mi blog, quedé muy feliz. Además, porque ese mismo día había comida china y porque una amiga de mi hermana se convirtió en madre de una hermosa bebé. He estrenado unos "zapatos-zapatillas" que me gustaron mucho. También tuve una instancia para relajarme, afortunadamente hubo un concierto en la Catedral, todos los niños que participaron eran muy talentosos (además de los docentes).
Ahora que vuelvo a escribir, este pequeño cuento es sobre la amistad y las diferencias entre amigos. Quiero compartir el relato porque sé que en ocasiones nos cuesta aceptar las diferencias del otro "porque no es como yo", y creo que eso es lo que necesita el mundo: además de la amistad, el respeto por lo diferente. Lamentablemente, un pelmazo está en vías de arruinar las relaciones diplomáticas entre 2 países del Medio Oriente por burlarse de Mahoma en un film, en una zona en la que el Islam es la religión predominante. No digo que seamos amigos, no siempre se puede ser amigo de todo el mundo (aunque me gustaría) pero aún así, existe el respeto. Y lamentablemente, esta lamentable ofensa hacia un grupo de personas con creencias religiosas diferentes, muy molestos algunos de ellos, han cobrado la vida de algunas personas. Nadie quiere llegar a estas instancias.
No comparto sus creencias religiosas, pero respeto profundamente su celo por Dios (al que ellos llaman Alá cuando lo invocan). Son muchas cosas que no nos gustan de otros, pero no significa "arruinar la convivencia"... quizás se debe conocer más a la persona, dar el primer paso con hablarle primero, o hacerle un pequeño regalito (unos dulces en los bolsillos siempre ayudan, pastillas o chocolate) y ya verás, te caiga bien o te caiga mal. Ahora, si te habla, bien; y si te rechaza, al menos lo intestaste, pero habrás hecho bien.
Se cuenta que una vez un gusano y un escarabajo eran amigos, y pasaban conversando horas y horas. El escarabajo estaba consciente de que su amigo era muy limitado en movilidad, tenía una visibilidad muy restringida y era muy tranquilo comparado con los de su especie. El gusano estaba muy consciente de que su amigo venía de otro ambiente, comía cosas que le parecían desagradables y era muy acelerado para su estándar de vida, tenía una imagen grotesca y hablaba con mucha rapidez. Un día, la compañera del escarabajo le cuestionó la amistad hacia el gusano.
-¿Cómo era posible que caminara tanto para ir al encuentro del gusano?
A lo que él respondió que el gusano estaba limitado en sus movimientos.
-¿Por qué seguía siendo amigo de un insecto que no le regresaba los saludos efusivos que el escarabajo hacía desde lejos?
Esto era entendido por él, ya que sabía de su limitada visión, muchas veces ni siquiera sabía que alguien lo saludaba y cuando se daba cuenta, no distinguía si se trataba de él para contestar el saludo, sin embargo calló para no discutir. Fueron muchas las respuestas que en el escarabajo buscaron para cuestionar la amistad con el gusano, que al final, éste decidió poner a prueba la amistad alejándose un tiempo para esperar que el gusano lo buscara. Pasó el tiempo y la noticia llegó: el gusano estaba muriendo, pues su organismo lo traicionaba por tanto esfuerzo, cada día emprendía el camino para llegar hasta su amigo y la noche lo obligaba a retornar hasta su lugar de origen. El escarabajo decidió ir a ver sin preguntar a su compañera qué opinaba. En el camino varios insectos le contaron las peripecias del gusano por saber qué le había pasado a su amigo. Le contaron de cómo se exponía día a día para ir a dónde él se encontraba, pasando cerca del nido de los pájaros. De cómo sobrevivió al ataque de las hormigas y así sucesivamente. Llegó el escarabajo hasta el árbol en que yacía el gusano esperando pasar a mejor vida. Al verlo acercarse, con las últimas fuerzas que la vida te da, le dijo cuánto le alegraba que se encontrara bien. Sonrió por última vez y se despidió de su amigo sabiendo que nada malo le había pasado. El escarabajo avergonzado de sí mismo, por haber confiado su amistad en otros oídos que no eran los suyos, había perdido muchas horas de regocijo que las pláticas con su amigo le proporcionaban. Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado y tan distinto de lo que él era, era su amigo, a quien respetaba y quería no tanto por la especie a la que pertenecía sino porque le ofreció su amistad. El escarabajo aprendió varias lecciones ese día. La amistad está en ti y no en los demás, si la cultivas en tu propio ser, encontrarás el gozo del amigo. También entendió que el tiempo no delimita las amistades, tampoco las razas o las limitantes propias ni las ajenas. Lo que más le impactó fue que el tiempo y la distancia no destruyen una amistad, son las dudas y nuestros temores los que más nos afectan. Y cuando pierdes un amigo una parte de ti se va con él. Las frases, los gestos, los temores, las alegrías e ilusiones compartidas en el capullo de la confianza se van con él. El escarabajo murió después de un tiempo. Nunca se le escuchó quejarse de quien mal le aconsejó, pues fue decisión propia el poner en manos extrañas su amistad, solo para verla escurrirse como agua entre los dedos.
Si tienes un amigo no pongas en tela de duda lo que es, pues sembrando dudas cosecharás temores. No te fijes demasiado en cómo habla, cuánto tiene, qué come o qué hace, pues estarás poniendo en un saco roto tu confianza. Reconoce la riqueza de quien es diferente a tí. Tal vez seas gusano o escarabajo, pero estás seguro/a que somos distintos y que transitamos por veredas diferentes pero vamos en la misma dirección.
Si yo fuera gusano, te buscaré día tras día; y si fuera un escarabajo, entonces no prestaré mi atención a juicios o críticas, vengan de quien vengan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario