“Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte” (II Corintios 12, 10).
Hace un tiempo he visto "Popieluszko, la libertad está en nosotros", una película biográfica del beato Jerzy Popieluszko (sacerdote, capellán del sindicato Solidaridad y asesinado por el comunismo) con muchos tintes de acción, drama y momentos espirituales. Pero la última película que he visto es "Cristiada: For greater glory" (la imagen en blanco y negro, corresponde al martirio del sacerdote jesuita Miguel Agustín Pro Juarez, beato y mártir de la Guerra Cristera, en 1927. No luchaba, pero animaba a su pueblo, era un maestro del disfraz para burlar a los federales, además de su sentido del humor, no aparece en la película pero se le hace un pequeño homenaje al finalizar la película).
Cristiada es una película basada en hechos de la vida real. En México, en el año 1926, el presidente Plutarco Elías Calles decretó una ley constitucional en la que prohibía la libertad religiosa, obligando a los sacerdotes a no usar sotanas, deportando a los clérigos extranjeros, prohibiendo el culto religioso, limitar a los fieles al silencio y a la marginalidad de la vida pública (ni siquiera permitía que sonaran las campanas). En respuesta a ello, el pueblo se sintió amedrentado y salió a protestar a las calles, ocurriendo en varias partes de México de manera automática. Pero Calles, a quien esto no le hizo mucha gracia, ordenó la actuación de los federales con la represión y persecusión a sangre fría a clérigos y a quienes criticaran al gobierno, y el pueblo decidió rebelarse y tomar las armas para luchar y obtener la libertad. Muchos sacerdotes no estuvieron de acuerdo en tomar las armas (algunos lo hicieron), pero apoyaban espiritualmente a los Cristeros (nombre que recibían quienes luchaban por la libertad religiosa). Los que no luchaban eran mujeres, jóvenes, sacerdotes y algunos profesionales) se preocupaban de obtener armas, balas, provisiones y medicinas; sanar y cuidar de los heridos; administrar los sacramentos, asistir espiritualmente, animar y presidir responsos; y en cuanto a los laicos profesionales, se encargaban de la logística, trámites, ampararse en leyes o buscar métodos de boicot para la desestabilización económica y así hacer tambalear al gobierno opresor. En los cristeros habían un lugar para todos: pelear y tomar las armas no era obligatorio, si no deseaba luchar podía apoyar la causa. Entre cristeros y federales hubieron muchas muertes, a pesar de que los cristeros no eran un regimiento preparado sino que eran mayoritariamente analfabetos y rústicos, pero con un gran respeto a Cristo y su Iglesia. Los federales acabaron con muchos cristeros, pero éstos tampoco se quedaron atrás. Calles, en su terquedad de faraón, ordenó enviar más tropas. Por obtener esa preciada libertad, transcurrieron muchos años de matanzas, profanaciones de templos, ajusticiamientos de sacerdotes, estrategias de laicos, misas a escondidas y temblores en el mundo de la política. Este hecho fue una cruzada por la libertad religiosa ante el grito de: ¡Viva Cristo Rey!
Surgieron muchos mártires: sacerdotes, obispos, laicos, hombre y mujeres. Algunos de ellos son santos y otros son beatos.
Si bien ahora las armas que contamos son nuestras ideas (además de nuestra fe) y no un fusil, en algunos países abundan los Plutarco Elías Calles, sometiendo a los páíses en dictadura (como la República Popular China o Corea del Norte). O bien, "desestabilizamos" la sociedad con nuestra apologética, nuestra cercanía a los sacerdotes, nuestra estima y pertenencia a la Iglesia, la persecusión y martirio psicológicos sufridos por acusarnos de los errores que cometieron otros miembros de la Iglesia o basadas en leyendas negras alimentadas por hostilidad y una ignorancia oscura. Lamentablemente para muchos soy una amenaza por consumir con frecuencia a Cristo Sacramentado en cada misa, defender el ministerio sacerdotal, no apoyar el aborto ni las uniones homosexuales siendo acusado de homofóbico (tengo amigos homosexuales, compartimos la misma fe y jamás tuvimos problema alguno), no creo en la anticoncepción ni en las relaciones prematrimoniales, soy pro-vida sin términos medios, apoyo la libertad de cada quien, no obligo, no juzgo, partidario de que el cristiano participe activamente de la vida pública sin censurado por quienes se sienten incómodos, y varias cosas más en las que para muchos me consideran en la "lista negra". Esto último nos convierte en criminales ante la ley, incluso en algunos países es un crimen ir a misa bajo pena de muerte.
El diálogo es muy importante y necesario, pero también lo es el combate. Combatir en defensa de la fe, pero no significa portar una semiautomática con un crucifijo colgando del cuello y matar a diestra y siniestra a los no católicos, sino que se combaten las ideas de la otra persona, pero jamás, JAMÁS... jamás agredir su integridad, porque también es un hermano (incluyendo a Richard Dawkins, a Sinead O'Connor o a quienes conozcamos). Tampoco mirar con odio a la otra persona, sino con amor, porque lo que se combate es la idea y no a la persona (todo esto basado en que Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador).
Si bien ahora las armas que contamos son nuestras ideas (además de nuestra fe) y no un fusil, en algunos países abundan los Plutarco Elías Calles, sometiendo a los páíses en dictadura (como la República Popular China o Corea del Norte). O bien, "desestabilizamos" la sociedad con nuestra apologética, nuestra cercanía a los sacerdotes, nuestra estima y pertenencia a la Iglesia, la persecusión y martirio psicológicos sufridos por acusarnos de los errores que cometieron otros miembros de la Iglesia o basadas en leyendas negras alimentadas por hostilidad y una ignorancia oscura. Lamentablemente para muchos soy una amenaza por consumir con frecuencia a Cristo Sacramentado en cada misa, defender el ministerio sacerdotal, no apoyar el aborto ni las uniones homosexuales siendo acusado de homofóbico (tengo amigos homosexuales, compartimos la misma fe y jamás tuvimos problema alguno), no creo en la anticoncepción ni en las relaciones prematrimoniales, soy pro-vida sin términos medios, apoyo la libertad de cada quien, no obligo, no juzgo, partidario de que el cristiano participe activamente de la vida pública sin censurado por quienes se sienten incómodos, y varias cosas más en las que para muchos me consideran en la "lista negra". Esto último nos convierte en criminales ante la ley, incluso en algunos países es un crimen ir a misa bajo pena de muerte.
El diálogo es muy importante y necesario, pero también lo es el combate. Combatir en defensa de la fe, pero no significa portar una semiautomática con un crucifijo colgando del cuello y matar a diestra y siniestra a los no católicos, sino que se combaten las ideas de la otra persona, pero jamás, JAMÁS... jamás agredir su integridad, porque también es un hermano (incluyendo a Richard Dawkins, a Sinead O'Connor o a quienes conozcamos). Tampoco mirar con odio a la otra persona, sino con amor, porque lo que se combate es la idea y no a la persona (todo esto basado en que Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador).
Por otra parte, no dejarse amedrentar ni asustarse tras esos insultos y amenazas de los que no aceptan el Evangelio, no quiero una Iglesia cobarde, la Iglesia que creo es la Iglesia de los Apóstoles que han muerto por Cristo bajo el Imperio Romano, la Iglesia que creo es la Iglesia polaca bajo los regimenes nazi y comunista, la Iglesia que creo es la Iglesia Clandestina de China que no sigue las consignas ni órdenes ni prohibiciones del Partido Comunista, la Iglesia que yo creo es la Iglesia de la Guerra Cristera, la Iglesia que yo creo es la Iglesia de los mártires de Japón, la Iglesia que yo creo es la Iglesia de la Vicaría de la Solidaridad de mi país. No tener miedo de anunciar al Kerygma, no tener miedo de las consecuencias: "El discípulo no es más que su maestro". No tener miedo de comprometernos y actuar en la vida pública, no tener miedo de mostrar públicamente nuestra fe, no tener miedo de confesar ser hijos de Dios y ser discípulo del maestro más bueno y hombre por excelencia. Quizás titubearemos, quizás queremos retroceder, pero jamás daremos una vuelta atrás. fieles hasta el final. Además de no tener miedo, no tener verguenza. Más que nunca, Él nos pide todo o nada.
Es una película muy inspiradora, muchas críticas positivas (aunque también negativas), paisajes hermosos de México, escenas fuertes llenas de acción y coraje, y momentos de emoción e impotencia. Una parábola de la libertad religiosa y de la lucha cuando alguno de nuestros derechos es vulnerado. Muy recomendable.
¡Viva Cristo Rey!
Es una película muy inspiradora, muchas críticas positivas (aunque también negativas), paisajes hermosos de México, escenas fuertes llenas de acción y coraje, y momentos de emoción e impotencia. Una parábola de la libertad religiosa y de la lucha cuando alguno de nuestros derechos es vulnerado. Muy recomendable.
¡Viva Cristo Rey!
Trailer subtitulado al español de la película "Cristiada".
No hay comentarios:
Publicar un comentario