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martes, 11 de septiembre de 2012

Morirse en el presente o las diferencias entre "construir" y "destruir".


Pasó hace muchos años, pero lamentablemente este hecho sigue dividiendo a muchos chilenos. No es nada agradable esta división. Es el típico cuento de nunca acabar entre Montescos y Capuletos, entre perros y gatos, entre ángeles y demonios, hasta llegar a una lista. No es bueno seguir viviendo en el pasado porque no permite vivir el presente y se renuncia al futuro, todo esto con una infantil terquedad de ambos sectores. Y esto, determinando una serie de conductas que no permiten expresarse libremente. No puedo decir si soy católico, islámico, ateo, comunista, udi, del Colo Colo, de la “Cato”, de la “U”, o pensar en cualquier otro tema porque nunca falta el que no le hace mucha gracia la opinión ajena. Eso pasa en todos lados: no puedes estar de acuerdo con todos, pero el problema radica en la incapacidad de dialogar y construir con las diferencias (yo, siendo creyente, he hablado con ateos que son amigos y son grandes personas, no quiere decir que estemos “agarrados de las mechas”) y en vez de dialogar en vez proponiendo un ambiente conciliador, se van a las ofensas y las descalificaciones para ver al otro “destruido en el suelo”… y lo más chistoso es que se hablan “y la democracia aquí, y la democracia allá, la democracia esto, la democracia esto otro” pero funciona solamente en teoría, porque en la práctica deja mucho que desear (especialmente en el ejercicio de escuchar). Ni siquiera puedo pronunciarme sobre algunos temas porque enseguida seré amenazado con la censura y el silencio por ciertos sectores. De todos modos, no me parece un acto democrático el acto de imposición. A veces pienso que la opinión es como el c…: todos tenemos uno y pensamos que el de los demás apesta.
Ya sé a quién echarle la culpa ¡A LOS GRIEGOS! (Coco Legrand tenía razón en esto, así que explicaré en estas líneas su planteamiento). Contaré la historia con algunas licencias. Por querer organizarse inventaron la política; luego empezaron con la aristocracia y ya que la naturaleza humana es “jodida”, cambiante, muchos patalearon (¿Por qué gobernarán unos pocos? También tenemos derecho, etc.) y entonces alguien puso fin a la aristocracia y determinó que comenzaría la plutocracia. ¿Ha mejorado? ¡Para nada! Siguieron las pataletas (Que porque la plutocracia, tan mal no estábamos con la aristocracia, no tenemos porqué volver al pasado, etc.) y con tanto argumento latoso, alguien dijo que esto terminaría y de ahí en adelante seria democracia. Ahí nos fuimos con pasaje rumbo a las letrinas. Considerando esto, corriendo a buscar alguna enciclopedia o diccionario, encontraremos que la etimología de la palabra “democracia” significa “Gobierno del pueblo”. De cualquier manera, todos sabemos desde que el mundo es mundo, este p… mundo no ha gobernado jamás ni medio centímetro en toda la historia w… del mundo, nunca ¡¡¡NUNCA!!! De partida, en Grecia no cualquier zoquete era pueblo. Las mujeres, los niños, los artistas, los artesanos, los “colgados”, los pobres, los esclavos y los extranjeros (todos ellos, que eran la mayoría de la polis) NO ERAN PARTE DEL PUEBLO. Y si uno quería manifestar su idea, “no le daban bola”. Y me quedo pensando, “bueno, ¿Y entonces, quien diantres era el pueblo? ¡Qué sé yo!”. A lo mejor es un tipo de plasticina que cada uno moldea a su manera, pues algunos países se consideraban democráticos pero si no pensabas como ellos “te las cortaban” (las ideas ¿Qué creías que era? XD); y otro país que se consideraba democrático “aserruchó el piso” a un candidato a la presidencia antes de las elecciones solamente por ser de otra raza.
De política no se mucho pero sé que los pueblos democráticos piensan de manera diferente, creen y respetan los derechos humanos, mientras que otros presionan y usan a su antojo los derechos humanos. Algunos se llenan la boca con los derechos humanos pero se olvidan estos perros que el derecho principal es el derecho a la vida y promueven el aborto y fomentan el uso de bombas atómicas (mejor ni se hable de los estragos en Hiroshima y Nagasaki) con pruebas nucleares.
Estoy muy de acuerdo en patalear y reclamar y alegar lo que no nos gusta (incluso he marchado por las calles con mis compañeros de universidad por la situación de la casa de estudios a nivel nacional por un drama interno que ocurrió), ¿pero llegar a perturbar la tranquilidad, golpeando personas con skates y palos, quemar neumáticos, arrojando molotov, agarrar “a peñascazos” a la policía y destrozar todo a su paso? No lo justifico para nada. ¿De qué sirve tanta crítica y palabrería si tenemos alma de mendigo (esperamos que todo se nos dé al alcance nuestro)?
Si quiero hacer una crítica, una crítica de verdad, digo lo que no me gusta explicando el por qué y luego sugiero un posible cambio, con la finalidad de CONSTRUIR y no DESTRUIR. Así da gusto entrar a dialogar con diferencias para llegar a un acuerdo. Pero buscar peros a algo/alguien solo por hacer la vida imposible con una cara de los mil demonios y de ánimo pesimista, insultando, ofendiendo, publicando y propagando burlas grotescas o descalificando, no dan ni ganas de debatir o conversar en paz. Si para discutir una idea no nos sirve de nada taparnos los oídos y vendarnos los ojos ¿De qué diablos sirve discutir si al final tenemos espíritu negativo y estamos a la defensiva por todo? ¿De quién buscamos el beneficio? ¿Queremos una solución o queremos pelea? (Por último, desquítense con quien les arroja su basura pero no con el que se la lleva) ¿O buscamos pisotear al otro porque no toleramos su oposición? Eso es tan idiota como beberse un veneno y esperar a que el otro se muera.
Y esto contribuye no solo a conflictos inútiles sino también a la confusión de roles (como dice Juan Carlos "Palta" Meléndez: "A veces los carabineros se creen estudiantes y los estudiantes se creen carabineros, porque los carabineros pasan más tiempo en las universidades y los estudiantes pasan más tiempo en las comisarías").
Tenía razón el P. Fortea en escribir en una publicación en que las marchas de encapuchados en "manadas" siempre acaban en tormentas que rompen cosas, es todo un clásico, ya que lo extraño sería una acampada que construye cosas: una torre, una Iglesia Catedral, un caballo de troya, una casa, etc (El/la que se rió, bien; si no, bien también, porque nunca tuve intención de hacer humor). Mientras no sean acampadas y sean manifestaciones pacíficas con arte y música: pintura, personas con trajes y en zancos, batucadas (ojala sin discursos de extremas izquierda y/o derecha, ni partidos políticos ni imágenes de "personajes de la discordia" en poleras y lienzos, porque eso divide más en vez de unirse por una causa), las manadas de ociosos que "destruyen" deberían imitarlos, así "construirían" un mundo mejor.

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