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jueves, 14 de febrero de 2013

Variaciones sobre un canto japonés

 
Este texto lo he escrito, más o menos, hace unos 3 años. Soy algo reacio al día de los enamorados pero no por resentimiento, sino por la comercialización y banalización de un sentimiento universal, a través de la manipulación y superficialidad. En todo caso, con mi opinión, ya he recibido piedrazos con forma de corazón pero no importa, no me preocupa buscar aprobación por cada opinión o escrito que comparto con los demás. Y por esa razón, quisiera compartirlo el día de hoy en el blog. Creo en el amor, y que es la fuerza que mueve al mundo, que nace de Dios, ese Amor "capaz de mover el sol y las otras estrellas" como describe Dante en La Divina Comedia.
Este mi texto, lo he escrito casi narrativamente, rozando por la escatología pero rayando en el absurdo, algo así como un texto casi "surrealista". El título se debe a una parodia de la obra "Variaciones sobre un canto montañés" del francés Vincent D'Indy, y porque me basé en el texto de la canción de una película de anime que es música de fondo de una situación onírica... mejor dicho, tomé toda la letra pero he agregado más elementos de mi cosecha, lo que veo de este mundo turbulento y light (de ahí el término "variaciones" para el título de la obra).
Por eso aviso de antemano que quien jamás pensó que yo escribiría tales cosas, es porque lo he hecho con la mayor neutralidad posible, buscando solamente la crítica de lo superficial y materialista. En realidad, tiene un mensaje de fondo. Es el único texto surrealista que he escrito porque me he dedicado solamente a los ensayos, pensamientos, cuentos cortos (en este momento, estoy escribiendo una novela corta basándome en una pesadilla que tuve hace años) y alguno que otro soneto.
No les pido que le guste el texto o no, pero sí les pido que el texto no sea malinterpretado, que logren descubrir lo que realmente trato de decir con tanta "estupidez" en tan solo unas líneas. Ojala tengan "suficiente estómago".
 
"La energía en mi corazón es química. Los taxis que han pasado, neumáticos olvidados, carne y sangre escurridos en la vereda y en el asfalto. Con todo, me doy cuenta que la libertad es una parodia de la utopía. La ciudad, el gran teatro del mundo, una espectacular mega producción, que no se compara con un vulgar reality show, es solo otro lugar de compradores y consumidores. No existe el derecho a deprimirse porque es considerado estúpido y me canso de escuchar la típica y repetida invitación: "Cómprate una vida color de rosa" y te dicen que debes ser feliz como una cuenta bancaria. De ahí el motivo de las deudas, adquisición de basura y demás baratijas, flores que luego ser marchitan, felpudos de caras tiernas pero rellenos de la hipocresía del que los regala, amenazando con coger armas para asesinar ardillas alcohólicas, objetos que se transforman en olvidados trapos íntimos de "doncellas" en los rincones, y camisas que lloran lágrimas negras, en el que luego hacen aparición los primeros cuchillos en la sombra, el veneno en las comidas, las peleas sin soluciones como cuento de nunca acabar.
Recuerdo que Pablo Neruda me ha aconsejado cierta vez que si me aburro, debería asustar a un notario con un lirio cortado o incluso ir por las calles con un cuchillo verde. Tal vez tenga razón, muchos son asesinados en nombre de la alfabetización, los productos de los compradores dan a parar a la calles desfilando mientras los observantes cables que cuelgan de los postes en estado de descomposición y podredumbre se derriten, lo seco es humectado con endulzante artificial y llueve dinero de la altura de los mega templos (las oficinas, los malls, departamentos y lugares de taxidermia que me deprimen como la mona). También llueven oficinistas, cintas rojas sudadas, artículos de oficina, pétalos holográficos y hojas de error de impresora, a la vez que el confeti danza a las puertas del sepulcro porque la presión alta sostiene la bolsa del mercado y se parece a la leche para ser otro distrito de compra. Considerando que Neruda es ateo y yo un creyente, ambos estaríamos de acuerdo en tomar cursos de cirugía plástica en menos de un año para intervenir quirúrgicamente a Eros (pero a la fuerza): extirparle los ojos e injertarlos en cada nalga, para que vea las cagadas que deja terminando por arruinar los sentimientos de la gente y que así él sepa lo que haga. Conozco mucha gente que necesita aquella intervención quirúrgica, pero como soy desinteresado, no cobraría por la operación... total, entre tocayos nos entendemos.
El futuro se venderá al alcance de todos, la palabra "ignorancia" no lo conocerán y los que la conocen la olvidarán y ni siquiera sabrán escribirla. Arroja lo que quieras al que está a tu lado y ríete del misterio de la salvación porque es superstición y es algo ajeno e irracional en el mundo de los anatemas. Hoy muchos beben miel, solo digo "no, gracias, no bebo", porque ya me enveneno con Coca-Cola, despellejando sin tapujos a Madonna (por hablar mal de mi hermano mayor), a Kim Jong-il (por sembrar esporas de futuros hongos radioactivos), a Fernando Vallejo (por insultar y odiar sin razón a mi madre), a Sinéad O'Connor (por insultar a un gran amigo que también tiene una amistad con casi todo el mundo), a León Ferrari (por querer mandar al infierno a mis amigos en la cocina), a José Saramago (que niega aquello en común con mi hermano mayor) y a tantos otros. Ni el Gran Wyoming se salva de mi blanca lista negra. La televisión ya me saturó porque me dan náuseas (además de diarrea) y solo hay mucha mierda de patos, y parábolas clichés de como 2 personas quieren escribir una historia juntos, sin espinas, y llenos de adornos metafóricos con influencia platónica-hollywoodense y que ya parecen árboles navideños. Todo eso me da sueño y alergia porque siempre tienen finales predecibles y la verdad es que sucede todo lo contrario, ni las pausas comerciales ayudan a mantener el suspenso sino que empeora más la "comedia". Y si es tragedia griega con escenas cotidianas, prefiero levantarme e irme a arrendar una película de comedia (surrealista o negra) pero que sea comedia al fin, cualquier cosa para no irme a África a freír monos.
Me obligaron bajo pena de lavado de cerebro e imagen a ser Maestro de Ceremonia, diciéndome que debo rugir a las personas porque no es dañino y enseñar que un espíritu no necesita ponerse a dieta y repetir hasta cabrearme un mantra postmoderno "Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas". Todos me hablan al mismo tiempo mientras veo cojos, patenas y diamantes maltratados. La libertad como parodia de la utopía es más latente que nunca. Algo que no me importa y que muchos lamentablemente lo hacen es confiar en potentes antidepresivos, en María Juana y en farmacias negras como el Averno y gritar lo que se te pegue la gana en la cafetería y preguntando siempre la diferencia entre un principio moral y ético, firmando un contrato de aceptación desde el 14 de febrero hasta el 1 de mayo ¿Y para qué? Para presumir y hacer creer a los incautos que los libros de Santo Tomás de Aquino son invenciones de la fantasía metafísica reemplazando por el manual de cómo inventar y arrancar la cáscara de la naranja mecánica. Aun así, me dan ataques de risas hasta quedarme sin aire de cómo el hedonismo también está a la venta ya que los ilusos no saben es que no se aceptan devoluciones porque esto es un punto sin retorno. Ni preguntando por ayuda a ellos por teléfono celular me ha sido útil, solo escucho la monótona voz femenina del contestador: "El número que ha marcado está fuera de servicio temporalmente debido a una congestión arterial de gusanos guerrilleros informáticos terroristas a las once con noventa de la madrugada dentro de los 10 años de pago de renta". Sacre bleu! Estoy más que frito.
Y sentado en los bancos de la plaza al terminar este suceso con final feliz (después de todo, estas cosas se acaban pronto), muy tranquilo y con sonrisa irónica viendo como Romeo y Julieta después de su raudo matrimonio insultan en esperanto a Gregorio Samsa, mientras Alex DeLarge se encuentra haciendo obras de caridad a Bob Cratchit, y el cerdito que enfermó a casi todo el mundo hace un tiempo atrás ya ni sabe de su enfermedad porque ahora sufre de Alzheimer y ni siquiera sabrá de la matanza de sus parientes en cierta planta, hasta que diviso una mezcla de polvo y penicilina. Apenas la diviso, yo me alejo porque soy alérgico con el pretexto de "ir a ver si ya puso la marrana". Pronto reparo en ese extraño hedor devora sombras y se expande. El desfile de la locura viene, no te dejará ir, el terror y el vértigo vienen en tu nombre y pondrán tejas a las sombra del techo dando un clima de ensueño autómata".

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