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sábado, 22 de diciembre de 2012

Para Rolando Jimenez: Por favor, abúrrete de tu Inquisición Rosa.


No tenía previsto escribir otro post, pero este suceso me empuja a hacerlo. En el tradicional mensaje de Navidad, el Papa Benedicto XVI reiteró la condena a las uniones homosexuales (por no decir "matrimonio") frente a la amenaza de la manipulación de la ideología de género, "destruyendo la esencia misma de la criatura humana". Sobre quienes aún persisten en ello, agregó que “ellos niegan su propia naturaleza y deciden que no se trata de algo que han recibido, sino que ellos lo han creado por sí mismos”.
Si bien es cierto que Su Santidad se ha expresado duramente sobre ello, esto no constituye ninguna novedad pues reitera la importancia de la crianza integral de los hijos a través del padre y de la madre. De no ser así, los hombres estaríamos embarazados o bien, las mujeres eyacularían. Por algo, hombres y mujeres somos tal como somos, no hemos elegido los genitales y las formas que tenemos, pero en mi caso me siento feliz y satisfecho de sentirme hombre.
Lo malo es que alguien del sector contestatario, Rolando Jimenez, presidente del Movilh, está acusándonos de sembrar el odio a personas de condición homosexual: "La iglesia ha hecho de la prédica del odio una cuestión sistemática, borran con el codo lo que escriben con la mano". El problema no es su condición homosexual (si él eligió serlo, algo personal habrá ocurrido y no me compete juzgar aquello), sino que no es capaz de medir sus palabras en nombre de una ideología. Ahora ya nadie es capaz de opinar contrariamente sobre la homosexualidad, ni siquiera decir un "no" pequeñito, porque ya somos acusados de intolerantes e inquisidores. Inquisidor es este señor que cada vez que puede, censura o dispara sin apuntar a quienes no están de acuerdo con él y buscando a quienes no piensan lo mismo, como una especie de paranoia. Así que sugiero que es mejor que cambie su actitud, porque no representa en nada a los homosexuales (en lo personal, tengo conocidos y amigos homosexuales que no tienen nada de intolerantes e inquisidores, son buenas personas). Por favor, que alguien detenga esta inquisición de color rosa. Hace algún tiempo he visto sus columnas con textos denigrantes a la Iglesia de Cristo y a quienes la conformamos.
Además, como Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia Universal, es su deber defender y preservar la enseñanza que Cristo ha confiado a su Iglesia. Y aunque dudo que él lea estas líneas, tiene todo mi apoyo y mi oración humildes.
Parece que Rolando no conoce bien la enseñanza del Magisterio sobre este tema... más bien, conoce una parte, pero por lo que le han contado y no por haberla leído directamente. Así que quienes no conozcan la enseñanza del Catecismo frente a la homosexualidad, les adjunto el texto y los incisos:
2357 La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.
2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.

De estos puntos, me gusta más el inciso no. 2358, porque precisamente es el que menos ven los contestarios y al no conocer a la Iglesia, tampoco ven a personas homosexuales en la comunidad. Les aviso que en la comunidad donde participo, esa persona nunca tuvo alguna clase de discriminación, sino que el respeto ha sido mutuo, y tampoco me da rechazo ni verguenza abrazarlo porque es mi amigo. Con cosas así, la Iglesia no apoya en nada las uniones homosexuales pero reafirma su acompañamiento y comprensión a las personas que presenten esa inclinación. Por si alguien desea más información sobre el tema, especialmente los agentes pastorales y quienes participan en alguna comunidad eclesial, les recomiendo que busquen la "Atención pastoral a las personas homosexuales" (1986). La Iglesia siempre ha señalado la diferencia entre la homosexualidad y un homosexualidad: se puede atacar y condenar una idea, pero nunca a una persona.
Mejor no apoyar leyes antidiscriminatorias: se presta mucho para manipular conciencias, e imponer el respeto ¿No será mucho? Más que respeto, eso es temor. Y el respeto no se impone, se educa. Cuando era niño, mis padres me enseñaron a respetar a los borrachos, a los que mendigaban, a las personas que yo veía que "actuaban diferente" (homosexuales) o a las mujeres que se "pintaban y vestían de una manera poco convencional" (prostitutas), sea quien sea, respeto a todas las personas y sin excepción.
Si Rolando nos acusa de homofóbicos ¿No será él un heterofóbico al no permitir voces opuestas? Juzguen ustedes mismos.

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