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miércoles, 3 de octubre de 2012

Risas en medio de la solemnidad del Concilio.

En los próximos días se cumplirán 50 años de la inauguración del Concilio Vaticano II en la Basílica de San Pedro, en la que asistieron numerosos sacerdotes, prelados, clérigos de otras confesiones religiosas, teólogos y laicos (hombres y mujeres), todos ellos de distintas partes del mundo. Dicho Concilio fue iniciativa del Papa Juan XXIII, un Pontífice que supuestamente sería un hombre "manejable" por cierto sector del Colegio Cardenalicio tras la demora en el cónclave tras la muerte de Pío XII, tachado como un "Papa de transición". Lo que nadie sabía es que este cardenal viejito, rechonchito y de aspecto bonachón que ostentaba la dignidad de Patriarca de Venecia, pronto iniciaría una revolución dentro de la Iglesia. Espero que dentro de este mes, pueda profundizar un poco sobre el Concilio Vaticano II (si el tiempo y las obligaciones me lo permiten).
La finalidad del Concilio era el permitir que "entrara algo de aire fresco", eliminando lo que se consideraba innecesario, mantener lo importante, tocar temas contingentes (algunos polémicos para la época e incluso en nuestros días), resignificar algunos conceptos, adaptar la praxis de la fe a la actualidad, promover el diálogo interreligioso, etc., para que la Iglesia vaya marchando con el mundo (en pocas palabras, buscaba "ponerse al día"). Es un trabajo que aún no ha llegado a su plenitud, pues falta todavía alcanzar muchas metas.
Se dió el aviso en 1958, y desde ese año hasta 1962 se trabajó en la planificación del Concilio, en 1962 se dió inicio y terminaron las sesiones en 1965. Asistieron más de 2000 obispos en calidad de Padres Conciliares con sus respectivos secretarios, tuvieron 4 sesiones y 3 intersesiones, se han promulgado 4 constituciones dogmáticas, 9 decretos conciliares y 3 declaraciones. También intervinieron 2 Papas (ya que al morir Juan XXIII en 1963, el Cardenal Juan Bautista Montini, Arzobispo de Milán, continuó llevando adelante el Concilio hasta su término).
Hubo muchas opiniones, muchas discusiones con ciertos temas, una notoria variedad de idiomas y culturas, pero también hubo alguna que otra anécdotas. De las pocas que he encontrado en alguna página, quisiera compartir algunos momentos (solo espero que algunos las entiendan porque se encuentran bajo cierto contexto, en caso de que al lector/a no le cause gracia).
 
 
Apenas tres meses después de que el cardenal Angelo Roncalli fuera elegido Papa con el nombre de Juan XXIII, provocó un terremoto al anunciar en la Basílica de San Pablo Extramuros que había decidido convocar a la Iglesia a un Concilio. Los cardenales presentes se quedaron de piedra. El arzobispo de Génova con otros quince cardenales, habían estudiado la posibilidad de deponer a Juan
XXIII del pontificado, alegando “demencia senil”. Pues bien, entre esas actividades hubo una celebración conjunta de la Palabra de Dios entre católicos, ortodoxos y protestantes a escala de un Concilio Ecuménico con el Papa a la cabeza, y se levantaría la excomunión de más de novecientos años entre Roma y Constantinopla, franca comprensión, gran amistad, fraternidad, diálogo de tu a tu. El Papa Juan dijo a los cristianos no católicos: "No quieran hacer un proceso histórico, no quieran saber quien tenía razón y quien no la tenía. La culpa es de todos. Hoy les decimos: unámanos y dejémonos de querellas". Esa nueva actitud se remontaba a su pasado cuando Juan XXIII aún no era Papa, simplemente era Nuncio Apostólico en Francia, una de sus iniciativas fue recibir a una autoridad protestante y preguntando a la visita:
-"¿Por qué no nos unimos?"
-"Tenemos ideas diferentes"
-"¡Bah! ¡Las ideas! ¡Las ideas diferentes son tan poca cosa entre amigos!"
 
 
En ya varias ocasiones, algunos periódicos anunciaron nuevos nombramientos cardenalicios por parte del Papa Pablo VI. Cada vez las noticias se revelaron falsas previsiones.
-¿Por qué el Papa no crea más cardenales?, se preguntaba un obispo.
-"Debe haber probado la píldora… ¡y ha funcionado!", respondió un perito.
 
 
Un visitante llega al Vaticano y pide una audiencia inmediata con el Papa. Desconcierto de la Guardia Suiza en servicio: no es posible, hay que fijar una cita. El visitante insiste; la Guardia Suiza le pregunta su nombre y después le recibe un monseñor.
-"Soy el Doctor Satanás", explica el visitante, "y necesito hablar urgentemente con el Papa".
El Doctor Satanás insiste tanto que el monseñor logra finalmente obtener una audiencia extraordinaria ese mismo día, aunque no sin haber verificado cuidadosamente la identidad del extraño visitante: cuernos debajo del sombrero, cola rizada, pie caprino. Al día siguiente, “L’Osservatore Romano” publica una nota: «Su Santidad recibió en audiencia privada al ilustre Doctor Satanás. El encuentro duró alrededor de 80 minutos y se desenvolvió en un ambiente cordial. El Santo Padre aseguró su simpatía por el líder de los querubines rebeldes».
 
 
Algunos laicos participaron en la elaboración del famoso Esquema XIII, en particular en la elaboración del capítulo sobre el matrimonio. Entre ellos había una mujer originaria de México (acompañada por su marido). Un día, el cardenal irlandés Michael Browne intervino en la Comisión sobre el tema del "amor de concupiscencia", afirmando que el esquema debía recordar este aspecto deplorable del amor humano, incluso en el ámbito del matrimonio. De repente, la mujer le interrumpe diciendo:
-"Todos los obispos aquí presentes, espero, veneran a la propia madre y no se consideran fruto de la concupiscencia".
El cardenal se sonrojó, cambió de argumento y nadie volvió a hablar sobre el tema.
 
 
Los baños del Concilio tenían dos indicaciones en italiano: «libre» y «ocupado». Un obispo propuso que se tradujeran al latín, con estos términos: «sede vacante» y «feliciter regnante».
(Sede Vacante se refiere al período en que el Trono de Pedro está vacía tras la muerte/abdicación del Papa, y Feliciter Regnante la expresión de felicitación cuando un Papa es elegido y por tanto, ocupa el Trono de Pedro).
 
 
El cardenal Suenens hablaba mucho deldiálogo en el Concilio, pero (por lo que parece) lo practicaba poco en su diócesis.
-"Es un especialista del monólogo en el diálogo", decían algunos de sus sacerdotes de la diócesis de Malinas-Bruselas.
 
 
Alguien abandona a un recién nacido en los jardines del Palacio del Santo Oficio (antes conocido vulgarmente como la Inquisición). Dos seminaristas que pasaban por ahí lo ven y se preguntan quiénes serán sus padres:
-"¿Será un obispo?" dice uno.
-"No, claro que no", responde el otro.
-"¿Por qué?".
-"Porque nunca ha habido ningún obispo que haga algo significativo en 9 meses. ¿Tal vez el Concilio?".
-"Imposible, lo que sale de él nace muerto o inválido. ¿Y si fuera alguien del Santo Oficio?".
-"¡Ni de broma! Un hijo es fruto del amor y en el Santo Oficio no hay ningúna huella de amor".
 
 
Hacia el final de la cuarta sesión, muchos Padres Conciliares criticaron duramente la práctica de las indulgencias y llegaron incluso a pedir que fueran abolidas. ¿Qué opinaba el Papa? Tan solo se puede indicar que, al recibir poco antes de que terminara el Vaticano II a los obispos latinoamericanos, Pablo VI les dijo:
-"Les doy mi bendición y las relativas indulgencias... pues todavía se me condede darlas".
 
 
Los cardenales Ottaviani e Ruffini se suben a un taxi y le dicen al taxista:
¡Al Concilio!.
Después empeizan a discutir de cuestiones teológicas. De repente, se dan cuenta de que el taxi salió de Roma y se dirige al norte.
-"Hey, taxista, ¿a dónde nos lleva?"
-"Ustedes me dijeron: “¡Al Concilio!” y yo les llevo a Trento. Creo que es el único destino posible para ustedes".

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