Estuve ausente del blog por varios días (la universidad y los compromisos me arrebatan tiempo, además que muchas publicaciones están pendientes), pero por un día estuve ausente porque necesitaba una jornada de retiro espiritual desde hace mucho tiempo, y volví a notar la presencia de Dios que lamentablemente me he "casi acostumbrado" y afortundamente, me contaron de este retiro. Y bien, tuve un retiro en una capilla a casi 10 minutos de la casa yendo a pie, y junto a ella hay una gruta con la imagen de Nuestra Señora de Lourdes. La capilla pertenecía a las hermanas del Buen Pastor, quienes hace unos años dejaron la ciudad y quedó como vestigio de su presencia unas pocas imágenes de Santa María de Sta. Eufrasia Pelletier, y al lado las ruinas de la casa en la que vivían.
El retiro fue organizado por un seminarista, quien hace su trabajo pastoral entre los que trabajan como temporeros en los parronales, en un centro para rehabilitación de las drogas y en la cárcel. Empezó en la mañana y acabó en la tarde.
Hemos hablado del amor, visto desde varios puntos de vista (biológico, psicológico, filosófico, etc.), pero que generalmente entre las definiciones es referido como un sentimiento, una emoción prolongada que se ve mediada por los valores, ideas y creencias, como una construcción cultural ("friamente" hablando), pero es algo que trasciende lo físico, un proceso que va consolidándose entre la unión de esas personas, y que se manifiesta el estado de la mente o el alma. Así, al enamorarse, suceden los efectos somáticos físicos (las "mariposas del estómago", sudor en la frente y manos, aumento del ritmo cardíaco, etc.) y los efectos psíquicos (ansiedad, verguenza, duda, miedo, alegría, bienestar, etc.). Una fuerza poderosa, irresistible, que hace más expedita las relaciones interpersonales, y ha sido un tema frecuente en varias expresiones del arte (en la música, la poesía, el cine, el teatro, etc.) en el que se manifiesta principalmente a través del Eros (amor erótico, amor de pareja), el Philia (amor fraterno, amor casi de familia, la amistad) y el ágape (un amor universal y sin exclusividad).
Y de ese amor que todos hemos recibido, la fuente directa es Dios, el Primer Motor como explicaría Santo Tomás de Aquino a través de la filosofía, la fuerza que mantiene unido el universo y que es "capaz de mover el Sol y las otras estrellas" (como expresaría Dante en la Divina Comedia), origen y motivo de la Creación y existencia nuestra.
El texto más excelso del amor que he leído se encuentra en el capítulo 13 de la Primera Carta a los Corintios, de San Pablo: 1 Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que resuena o campana que retiñe. 2 Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios y la ciencia entera, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor nada soy. 3 Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero gloriarme, si no tengo amor, de nada me sirve. 4 El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. 5 No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. 6 No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. 7 Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo. 8 El amor nunca pasará. Las profecías perderán su razón de ser, callarán las lenguas y ya no servirá el saber más elevado. 9 Porque este saber queda muy imperfecto, y nuestras profecías también son algo muy limitado; 10 y cuando llegue lo perfecto, lo que es limitado desaparecerá. 11 Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba y razonaba como niño. Pero cuando me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño. 12 Así también en el momento presente vemos las cosas como en un espejo, confusamente, pero entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido. 13 Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor.
En el libro del Profeta Isaías también he encontrado varios versículos en los que se hace mención del amor a Dios a nosotros, incluso desde mucho antes, y que son estas mismas palabras que nuestros hermanos provida las hacen su emblema y escudo en su lucha a favor de la vida: "No temas, porque yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre, tú eres mío" (Isaías 43, 1); o también: "Mi Dios guardaba mi salario, pues soy importante para Yavé, y mi Dios se hizo mi fuerza" (Isaías 49, 4).
Otro texto sobre el amor se encuentra en la Primera Carta de Juan en el capítulo 4: 7 Queridos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. 8 El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor. 9 Miren cómo se manifestó el amor de Dios entre nosotros: Dios envió a su Hijo único a este mundo para que tengamos vida por medio de él. 10 En esto está el amor: no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados. 11 Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos mutuamente. 12 A Dios no lo ha visto nadie jamás; pero si nos amamos unos a otros, Dios está entre nosotros y su amor ha llegado a su plenitud en nosotros. 13 Y ¿cómo sabemos que permanecemos en Dios y él en nosotros? Porque nos ha comunicado su Espíritu. 14 Pero también hemos visto nosotros y declaramos que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo. 15 Quien confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. 16 Por nuestra parte, hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es amor: el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. 17 Cuando el amor alcanza en nosotros su perfección, miramos con confianza al día del juicio, porque ya somos en este mundo como es El. 18 En el amor no hay temor. El amor perfecto echa fuera el temor, pues hay temor donde hay castigo. Quien teme no conoce el amor perfecto. 19 Amemos, pues, ya que él nos amó primero. 20 Si uno dice «Yo amo a Dios», y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. 21 Pues éste es el mandamiento que recibimos de él: el que ama a Dios, ame también a su hermano.O el salmo 103: "No nos trata según nuestros pecados ni nos paga según nuestras ofensas".
Dios nos ama y nos quiere felices, pero no siempre queremos pensar como Dios y tomamos otros rumbo, pero misteriosamente respeta nuestra decisión (escojas lo que escojas, tendrá consecuencias) y solo hay 2 opciones: El "Fiat" (en latín se entiende como la respuesta de María al ángel Gabriel al ser preguntada si quería ser la Madre de Dios) o "Non serviam" ("No serviré", que sería la respuesta del ángel Luzbel antes de ser conocido como Satanás). Por eso, la propuesta de Cristo no siempre es atrayente para muchos y nosotros somos motivo de burla y escándalo para muchos, por lo que nosotros estamos siempre en situación de juicio por causa de Cristo, a lo que Él había dicho previamente: "No he venido a traer paz, sino espada. Pues he venido a enfrentar al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. Cada cual verá a sus familiares volverse enemigos". Motivo de caída para unos y motivo de elevación para otros, pertencer a Cristo y anunciar su amor es locura, una señal de contradicción.
Una de las preguntas que me hice es que si soy capaz de aceptar esta verdad y esta realidad en mi corazón y en mi vida. Me contesté que para mí es fácil de aceptarlo, porque he vivido el amor de Dios en mi vida y sin cuestionarme ese amor. Amor que he recibido gratuitamente y sin hacer méritos por ello, y por ello me esfuerzo en demostrar mi amor sin mezquindad (entre mis amigos, familiares, compañeros de universidad, cualquier persona que se acerque a buscarme). Otra pregunta que me hice es que si hay algo que me impide aceptar este amor de Dios a toda la humanidad. Y me he respondido que esta verdad única está integrada en mi mente y en mi corazón, por lo que no puedo decir exactamente cual es ese algo que me impide aceptar y comprender que el amor de Dios es universal, personal e infinito. A final de cuentas, esta lección la he aprendido de Cristo al confesar su infinito amor por la humanidad a través de Su Pasión.
Otro texto que he revisado es el de la párabola del Hijo Pródigo, de la "oveja negra" de la familia. Este hijo descarriado que pide a su padre la herencia (en el contexto de la época, pedir la herencia correspondiente al padre es señal clara de rechazar a su padre y renegarlo), el hijo recibe la herencia y se va a un país lejano y derrochando el dinero en una mala vida hasta quedarse solo y sin dinero, pero es contratado para cuidar cerdos en un tiempo donde la sequía se vuelve inmisericorde con la tierra, y él, deseando alimentarse con la comida de los cerdos pero nadie le daba comida. Hasta aquí por el momento, el hijo busca la felicidad en donde no la hay y con los "amigotes" hasta dejarlo solo (están en las buenas, pero te abandonan en las malas) hasta perder la dignidad y más aún, por necesidad desea rebajarse todavía (esto nos recuerda a alguien ¿Verdad?). Cuando el hijo (o uno mismo) recapacita de haberse alejado del padre (Dios), piensa en volver... pero que el padre no lo trate como su hijo porque ha hecho un gran daño y pide ser tratado como a uno de sus trabajadores. Pero el padre marca la diferencia que el hijo no se esperaba: en vez de que el hijo abrace a su padre, es el padre quien al ver a su hijo sale corriendo a su encuentro y llenándolo de besos. El padre no le cuestiona por el derroche del dinero o que le pasó o algo así, sino que llama a un criado para que a su hijo le vistan con ropas nuevas, le pongan un anillo en el dedo y sandalias en los pies (al hijo que se extravía y luego regresa, Dios le restaura la dignidad perdida). Y no bastando con ello, manda matar al ternero más gordo para hacer una fiesta por su regreso, porque "estaba muerto y ha vuelto a vivir, estaba perdido y ha sido encontrado". Al regresar su hijo mayor, se enfada y no desea ser parte de la fiesta y reprochándole a su padre de que él jamás ha desobedecido una sola orden y que "jamás le ha dado un cabrito siquiera para compartir con sus amigos" (recordemos que al hijo mayor también le entregó la parte de la herencia) y acusando a "ese hijo tuyo" que derrochó el dinero con "prostitutas" (según sus palabras" y que más encima, mata el ternero más gordo para él. El padre no lo regaña y le dice que todo de él es también suyo, pero había que festejar su regreso "porque estaba muerto y ha vuelto a vivir, estaba perdido y ha sido hallado". Este hijo mayor, también se refleja en ocasiones a nosotros, y que siente envidia de su hermano menor, pero ambos necesitan de su padre, todos necesitamos de Dios su perdón. El padre jamás compara a sus hijos, Dios nunca nos compara y entonces ¿Por qué entre nosotros nos comparamos?
Sobre esto, recuerdo un versículo que dice: "Hay más alegría en el Cielo por un pecador que se convierte que por cien justos que no necesitan convertirse". El amor de Dios nos dignifica. Y en base al texto, trabajé en otra pregunta que me hice: siendo cualquiera de los hijos de Dios, El me ama y me invita a participar con alegría del banquete que me ha preparado ¿Cómo respondería? Mi respuesta es que acepto formar parte del banquete, reflejo de la plenitud del amor, donde no hay espacio para las mezquindades y las comparaciones pero hay espacio para todo el mundo y conservando la dignidad propia con todos nuestras características que nos definen y nos diferencian sin hacernos desiguales, porque ante todo somos sus bienamados. Por eso, Dios ama a todas las personas porque todos somos sus hijos y obra de sus manos. Amando a buenos y malos, santos y criminales, hombre y mujeres, heteros y homos, progres y conservadores, comunistas y capitalistas, católicos y protestantes, occidentales y orientales, ateos y perseguidores de la Iglesia, a sacerdotes, a laicos, a políticos, a líderes sindicales, a los que tienen un trabajo remunerado, a las prostitutas... sí, también, aunque nos cueste aceptarlo, a todos nos ama porque somos sus hijos. Y no lo hace por lo que hacemos, sino por lo que somos: sus hijos. No lo hace porque somos buenos sino porque Él es Bueno. Y tampoco lo hace porque nosotros lo amamos, sino porque Él es amor.
Él nos dice a todos este mensaje: "Vales mucho para mí, me importas mucho. Tu, personalmente, con tu historia y tu situación actual. Con tu rostro, nombre propio, historia, vocación, tu estado de vida y la situación concreta en la que vives. No temas, rechaza todo el temor y la inseguridad que tengas, arráncate toda falta de autoestima, olvídate eso de que no vales nada o de que no importas o de que eres inservible".
Si solo dejáramos penetrar todas estas verdades ahora en nuestro corazón... bastaría para tocarnos profundamente y transformarnos. "Mi amor de tu lado no se apartará" (Isaías 54, 10). Pedro cayó, Judas cayó, nosotros también con nuestro rechazo y separación, pero Él nos sigue amando y no nos abandona a pesar de todo.
Para terminar mis reflexiones personales del retiro que he vivido, termino con el ejemplo de vida de Nick Vujicic. Tal vez su nombre no nos suena, pero sí hems visto a un hombre joven que da charlas por todo el mundo y en más de 24 países del mundo en una década, un hombre al que le faltan sus brazos y piernas. Sufrió e intentó matarse, pero no lo hizo por sus padres y con los desafíos al transcurrir los años, descubrió que aún así, Dios le ama y que al nacer sin extremidades es porque tiene alguna razón: y anda por la calle, maneja un vehículo, sabe nadar, practica surf, escribe, cocina, se ha casado, etc. Así, al volvernos gusanos, Dios nos convierte en mariposas. Si quieren un resumen sobre el amor y la dignidad del que me demoré en escribir todas estas líneas, comparto este cortometraje llamado "El Circo de las Mariposas".
El retiro fue organizado por un seminarista, quien hace su trabajo pastoral entre los que trabajan como temporeros en los parronales, en un centro para rehabilitación de las drogas y en la cárcel. Empezó en la mañana y acabó en la tarde.
Hemos hablado del amor, visto desde varios puntos de vista (biológico, psicológico, filosófico, etc.), pero que generalmente entre las definiciones es referido como un sentimiento, una emoción prolongada que se ve mediada por los valores, ideas y creencias, como una construcción cultural ("friamente" hablando), pero es algo que trasciende lo físico, un proceso que va consolidándose entre la unión de esas personas, y que se manifiesta el estado de la mente o el alma. Así, al enamorarse, suceden los efectos somáticos físicos (las "mariposas del estómago", sudor en la frente y manos, aumento del ritmo cardíaco, etc.) y los efectos psíquicos (ansiedad, verguenza, duda, miedo, alegría, bienestar, etc.). Una fuerza poderosa, irresistible, que hace más expedita las relaciones interpersonales, y ha sido un tema frecuente en varias expresiones del arte (en la música, la poesía, el cine, el teatro, etc.) en el que se manifiesta principalmente a través del Eros (amor erótico, amor de pareja), el Philia (amor fraterno, amor casi de familia, la amistad) y el ágape (un amor universal y sin exclusividad).
Y de ese amor que todos hemos recibido, la fuente directa es Dios, el Primer Motor como explicaría Santo Tomás de Aquino a través de la filosofía, la fuerza que mantiene unido el universo y que es "capaz de mover el Sol y las otras estrellas" (como expresaría Dante en la Divina Comedia), origen y motivo de la Creación y existencia nuestra.
El texto más excelso del amor que he leído se encuentra en el capítulo 13 de la Primera Carta a los Corintios, de San Pablo: 1 Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que resuena o campana que retiñe. 2 Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios y la ciencia entera, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor nada soy. 3 Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero gloriarme, si no tengo amor, de nada me sirve. 4 El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. 5 No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. 6 No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. 7 Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo. 8 El amor nunca pasará. Las profecías perderán su razón de ser, callarán las lenguas y ya no servirá el saber más elevado. 9 Porque este saber queda muy imperfecto, y nuestras profecías también son algo muy limitado; 10 y cuando llegue lo perfecto, lo que es limitado desaparecerá. 11 Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba y razonaba como niño. Pero cuando me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño. 12 Así también en el momento presente vemos las cosas como en un espejo, confusamente, pero entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido. 13 Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor.
En el libro del Profeta Isaías también he encontrado varios versículos en los que se hace mención del amor a Dios a nosotros, incluso desde mucho antes, y que son estas mismas palabras que nuestros hermanos provida las hacen su emblema y escudo en su lucha a favor de la vida: "No temas, porque yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre, tú eres mío" (Isaías 43, 1); o también: "Mi Dios guardaba mi salario, pues soy importante para Yavé, y mi Dios se hizo mi fuerza" (Isaías 49, 4).
Otro texto sobre el amor se encuentra en la Primera Carta de Juan en el capítulo 4: 7 Queridos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. 8 El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor. 9 Miren cómo se manifestó el amor de Dios entre nosotros: Dios envió a su Hijo único a este mundo para que tengamos vida por medio de él. 10 En esto está el amor: no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados. 11 Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos mutuamente. 12 A Dios no lo ha visto nadie jamás; pero si nos amamos unos a otros, Dios está entre nosotros y su amor ha llegado a su plenitud en nosotros. 13 Y ¿cómo sabemos que permanecemos en Dios y él en nosotros? Porque nos ha comunicado su Espíritu. 14 Pero también hemos visto nosotros y declaramos que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo. 15 Quien confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. 16 Por nuestra parte, hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es amor: el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. 17 Cuando el amor alcanza en nosotros su perfección, miramos con confianza al día del juicio, porque ya somos en este mundo como es El. 18 En el amor no hay temor. El amor perfecto echa fuera el temor, pues hay temor donde hay castigo. Quien teme no conoce el amor perfecto. 19 Amemos, pues, ya que él nos amó primero. 20 Si uno dice «Yo amo a Dios», y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. 21 Pues éste es el mandamiento que recibimos de él: el que ama a Dios, ame también a su hermano.O el salmo 103: "No nos trata según nuestros pecados ni nos paga según nuestras ofensas".
Dios nos ama y nos quiere felices, pero no siempre queremos pensar como Dios y tomamos otros rumbo, pero misteriosamente respeta nuestra decisión (escojas lo que escojas, tendrá consecuencias) y solo hay 2 opciones: El "Fiat" (en latín se entiende como la respuesta de María al ángel Gabriel al ser preguntada si quería ser la Madre de Dios) o "Non serviam" ("No serviré", que sería la respuesta del ángel Luzbel antes de ser conocido como Satanás). Por eso, la propuesta de Cristo no siempre es atrayente para muchos y nosotros somos motivo de burla y escándalo para muchos, por lo que nosotros estamos siempre en situación de juicio por causa de Cristo, a lo que Él había dicho previamente: "No he venido a traer paz, sino espada. Pues he venido a enfrentar al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. Cada cual verá a sus familiares volverse enemigos". Motivo de caída para unos y motivo de elevación para otros, pertencer a Cristo y anunciar su amor es locura, una señal de contradicción.
Una de las preguntas que me hice es que si soy capaz de aceptar esta verdad y esta realidad en mi corazón y en mi vida. Me contesté que para mí es fácil de aceptarlo, porque he vivido el amor de Dios en mi vida y sin cuestionarme ese amor. Amor que he recibido gratuitamente y sin hacer méritos por ello, y por ello me esfuerzo en demostrar mi amor sin mezquindad (entre mis amigos, familiares, compañeros de universidad, cualquier persona que se acerque a buscarme). Otra pregunta que me hice es que si hay algo que me impide aceptar este amor de Dios a toda la humanidad. Y me he respondido que esta verdad única está integrada en mi mente y en mi corazón, por lo que no puedo decir exactamente cual es ese algo que me impide aceptar y comprender que el amor de Dios es universal, personal e infinito. A final de cuentas, esta lección la he aprendido de Cristo al confesar su infinito amor por la humanidad a través de Su Pasión.
Otro texto que he revisado es el de la párabola del Hijo Pródigo, de la "oveja negra" de la familia. Este hijo descarriado que pide a su padre la herencia (en el contexto de la época, pedir la herencia correspondiente al padre es señal clara de rechazar a su padre y renegarlo), el hijo recibe la herencia y se va a un país lejano y derrochando el dinero en una mala vida hasta quedarse solo y sin dinero, pero es contratado para cuidar cerdos en un tiempo donde la sequía se vuelve inmisericorde con la tierra, y él, deseando alimentarse con la comida de los cerdos pero nadie le daba comida. Hasta aquí por el momento, el hijo busca la felicidad en donde no la hay y con los "amigotes" hasta dejarlo solo (están en las buenas, pero te abandonan en las malas) hasta perder la dignidad y más aún, por necesidad desea rebajarse todavía (esto nos recuerda a alguien ¿Verdad?). Cuando el hijo (o uno mismo) recapacita de haberse alejado del padre (Dios), piensa en volver... pero que el padre no lo trate como su hijo porque ha hecho un gran daño y pide ser tratado como a uno de sus trabajadores. Pero el padre marca la diferencia que el hijo no se esperaba: en vez de que el hijo abrace a su padre, es el padre quien al ver a su hijo sale corriendo a su encuentro y llenándolo de besos. El padre no le cuestiona por el derroche del dinero o que le pasó o algo así, sino que llama a un criado para que a su hijo le vistan con ropas nuevas, le pongan un anillo en el dedo y sandalias en los pies (al hijo que se extravía y luego regresa, Dios le restaura la dignidad perdida). Y no bastando con ello, manda matar al ternero más gordo para hacer una fiesta por su regreso, porque "estaba muerto y ha vuelto a vivir, estaba perdido y ha sido encontrado". Al regresar su hijo mayor, se enfada y no desea ser parte de la fiesta y reprochándole a su padre de que él jamás ha desobedecido una sola orden y que "jamás le ha dado un cabrito siquiera para compartir con sus amigos" (recordemos que al hijo mayor también le entregó la parte de la herencia) y acusando a "ese hijo tuyo" que derrochó el dinero con "prostitutas" (según sus palabras" y que más encima, mata el ternero más gordo para él. El padre no lo regaña y le dice que todo de él es también suyo, pero había que festejar su regreso "porque estaba muerto y ha vuelto a vivir, estaba perdido y ha sido hallado". Este hijo mayor, también se refleja en ocasiones a nosotros, y que siente envidia de su hermano menor, pero ambos necesitan de su padre, todos necesitamos de Dios su perdón. El padre jamás compara a sus hijos, Dios nunca nos compara y entonces ¿Por qué entre nosotros nos comparamos?
Sobre esto, recuerdo un versículo que dice: "Hay más alegría en el Cielo por un pecador que se convierte que por cien justos que no necesitan convertirse". El amor de Dios nos dignifica. Y en base al texto, trabajé en otra pregunta que me hice: siendo cualquiera de los hijos de Dios, El me ama y me invita a participar con alegría del banquete que me ha preparado ¿Cómo respondería? Mi respuesta es que acepto formar parte del banquete, reflejo de la plenitud del amor, donde no hay espacio para las mezquindades y las comparaciones pero hay espacio para todo el mundo y conservando la dignidad propia con todos nuestras características que nos definen y nos diferencian sin hacernos desiguales, porque ante todo somos sus bienamados. Por eso, Dios ama a todas las personas porque todos somos sus hijos y obra de sus manos. Amando a buenos y malos, santos y criminales, hombre y mujeres, heteros y homos, progres y conservadores, comunistas y capitalistas, católicos y protestantes, occidentales y orientales, ateos y perseguidores de la Iglesia, a sacerdotes, a laicos, a políticos, a líderes sindicales, a los que tienen un trabajo remunerado, a las prostitutas... sí, también, aunque nos cueste aceptarlo, a todos nos ama porque somos sus hijos. Y no lo hace por lo que hacemos, sino por lo que somos: sus hijos. No lo hace porque somos buenos sino porque Él es Bueno. Y tampoco lo hace porque nosotros lo amamos, sino porque Él es amor.
Él nos dice a todos este mensaje: "Vales mucho para mí, me importas mucho. Tu, personalmente, con tu historia y tu situación actual. Con tu rostro, nombre propio, historia, vocación, tu estado de vida y la situación concreta en la que vives. No temas, rechaza todo el temor y la inseguridad que tengas, arráncate toda falta de autoestima, olvídate eso de que no vales nada o de que no importas o de que eres inservible".
Si solo dejáramos penetrar todas estas verdades ahora en nuestro corazón... bastaría para tocarnos profundamente y transformarnos. "Mi amor de tu lado no se apartará" (Isaías 54, 10). Pedro cayó, Judas cayó, nosotros también con nuestro rechazo y separación, pero Él nos sigue amando y no nos abandona a pesar de todo.
Para terminar mis reflexiones personales del retiro que he vivido, termino con el ejemplo de vida de Nick Vujicic. Tal vez su nombre no nos suena, pero sí hems visto a un hombre joven que da charlas por todo el mundo y en más de 24 países del mundo en una década, un hombre al que le faltan sus brazos y piernas. Sufrió e intentó matarse, pero no lo hizo por sus padres y con los desafíos al transcurrir los años, descubrió que aún así, Dios le ama y que al nacer sin extremidades es porque tiene alguna razón: y anda por la calle, maneja un vehículo, sabe nadar, practica surf, escribe, cocina, se ha casado, etc. Así, al volvernos gusanos, Dios nos convierte en mariposas. Si quieren un resumen sobre el amor y la dignidad del que me demoré en escribir todas estas líneas, comparto este cortometraje llamado "El Circo de las Mariposas".
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