El Papa ha denunciado como nunca esta mala costumbre, calificando de homicidas y terroristas a quienes se dedican a ello. Chisme, cahuín, cotilleo, pelambre, conventilleo y más sinónimos de ello, significa el hablar mal de una persona que no está presente, arruinar su honra y dignidad, por lo general mintiendo o calumniando. Por lo que matar a una persona no significa solo quitarle la vida, sino también dejarla mal ante otros. Por ello, Francisco llama homicidas a los chismosos.
Sobre ello, recuerdo una película gringa del año 2008 llamada "La Duda", basada en la obra teatral "Etapa de duda: una parábola". John Patrick Shanley escribió la obra, y también dirigió la adaptación de su obra al género cinematográfico. Se trata de una relación conflictiva entre un sacerdote y una monja en una época llena de cambios bruscos.
Ambientada en los años 60 (exactamente en 1964), ya habla de los cambios a nivel nacional (un año después del atentado que cobró la vida del presidente John Fitzgerald Kennedy) y a nivel eclesial (el Concilio Vaticano II para mejorar las prácticas pastorales de la Iglesia) dentro de un colegio católico. La hermana Aloysius Bouvier (una perfecta Meryl Streep) es una monja estricta y severa al que todos los alumnos le tienen miedo, sospecha del P. Brendan Flynn (el recordado Philip Seymour Hoffman) y su dedicada atención al primer estudiante negro del colegio y uno de los acólitos del colegio. Este sacerdote, al contrario de la directora del colegio, es su superior pero es bondadoso y cree que la Iglesia debe cambiar para estar más cerca de la gente, compartiendo con los niños y sus padres. Y en medio de ellos, la joven e inexperta hermana James, quien no sabe a quien creerle. El conflicto se gatilla cuando Donald (el estudiante negro) llega al salón de clases no muy bien, con ganas de irse, con sueño, algo asustado, por lo que la hermana James sospecha algo raro al sentir alcohol en el aliento del chico. La hermana Aloysius cree que el P. Flynn dió de beber vino a Donald para abusar de él, pero él afirma que Donald bebió el vino para "borrarse" pues su padre no lo quiere y lo golpea cada vez que puede, razón por la que le dedica mayor atención. Lo cierto es que no vemos al sacerdote abusar de él, solo lo vemos en el salón de clases ya algo raro. No vemos el hecho. Solo vemos a un sacerdote que no sabe como probar que está diciendo la verdad y a una monja que no tiene evidencia alguna pero tiene la certeza que está en presencia de un abusador. Puedes creerle a ella o a él.
Personalmente le creo a él, porque la directora da a entender que no cree en los cambios del Concilio y que los consagrados son diferentes de los laicos, por lo que esa distancia debería seguir existiendo. Y en base a ello, ella se muestra fría ante todo, por lo que una persona afectiva y poco ortodoxa como el P. Flynn le causa rechazo, tal vez por temor a perder protagonismo (ambos usan la oficina de la dirección). Ella insiste en mantener los mismos esquemas de severidad y él afirma en que la Iglesia debe ser mejor cada vez más y progresar.
Algo que rescato de la cinta es la escena del sermón. Después del Evangelio, todos se sientan para escuchar las palabras del sacerdote. Esta vez, él dedica su homilía al flagelo del chisme con una pequeña historia:
"Una mujer decía chismes con una amiga sobre alguien a quien apenas conocía. Sé que ustedes nunca lo han hecho (risas). Había tenido un sueño: una gran mano apareció sobre ella y la señaló. De inmediato la apresó un horrible sentimiento de culpa. Al día siguiente fue a confesarse. Buscó al viejo sacerdote de su parroquia, el P. O'Rourke. Le contó todo.
- ¿Los chismes son pecado? ¿Era la mano del Todopoderoso acusándome con su dedo? Debo pedirle la absolución, padre. Dígame, ¿Hice algo malo?
- ¡Sí! ¡Sí, ignorante mujer malcriada! ¡Levantaste falso testimonio sobre tu prójimo! ¡No te importó para nada su reputación y creo que tienes que sentirte apenada!
Así que la mujer dijo que lo sentía, y pidió perdón.
- ¡No tan rápido! -dijo el P. O'Rourke.- Quiero que corras a casa, lleves una almohada a tu tejado, córtala con una navaja y regresa aquí conmigo.
La mujer corrió a casa, tomó una almohada de su cama y un cuchillo del cajón. Subió al tejado de su casa y abrió la almohada. Luego volvió y el anciano sacerdote le dijo:
- ¿Cortaste la almohada con la navaja?
- Si, Padre.
- ¿Y qué resultó?
- ¡Plumas! ¡Plumas! ¡Plumas por doquier, Padre!
- Ahora quiero que regreses y recojas cada pluma que voló por el viento.
- ¡Pero es imposible! ¡No sé dónde están! ¡El viento las llevó por todas partes!
- ¡Y así son los chismes!
En caso de no querer la historia por pereza, seguir el link: https://www.youtube.com/watch?v=5qfpMHJksYs
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