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sábado, 2 de mayo de 2015

Peligro en medio del bosque.


"Los bosques son lugares mágicos, pero también secretos" (El Bosque de Karadima)

En el día de hoy en la noche, he visto la película "El Bosque de Karadima". Tras un acceso de nostalgia, acepté la invitación de un amigo a ir al cine. De camino al cine, miraba con algo de nostalgia las calles, aún embarradas y llenas de polvo. No pude evitar recordar lo mucho que extrañaba ir con dos queridos amigos extraparroquiales (ando un poco sensible), rememorando aquella vez que me invitaron al cine hace 3 años y del que llegué casi tarde por quedarme conversando con un amigo obispo. Aquella vez, mi amiga me esperaba fuera del cine y tomándome del brazo, entramos al cine. Esta vez, entraba en la historia de una casita hecha de dulces en medio del bosque como en Hansel y Gretel, pero sabiendo que dentro de esa linda casita estaba alguien malvado que se hacía pasar por inocente.
Fue una película buenísima (aunque esperaba 120 minutos y no 22 minutos menos). No se filmó en la parroquia ubicada en la calle El Bosque en la comuna de Providencia, sino que en un hermoso templo gótico, casi una catedral, gracias a una congregación anónima que ayudó al director, puesto que la curia diocesana impidió que algún templo le facilitara grabar la película. Aspectos litúrgicos muy bien logrados esta vez, incluso en cosas mínimas como el color morado de la estola en una confesión o la estola dentro de la casulla, y no al revés como he visto en películas y novelas (incluso sin alba). En cuanto a la eclesialidad y planos fotográficos dentro del templo, de maravillas, al igual que las imágenes que suelen adornar los despachos y oficinas de un sacerdote y salones parroquiales (era como estar visitando otra parroquia), nada sobrecargado, muy sobrio.
Las incómodas escenas de abuso sexual (algunas parecían escenas homo-eróticas) fueron muy crudas, pero con mucho profesionalismo, de tal manera que no se viera burdo pero provocando incomodidad y asco a la vez (he de reconocer que he desviado la mirada o me tapé la cara en ocasiones). Sin embargo, tras leer las páginas del caso Karadima me causaron mucho asco esos relatos que hablaban de abusos cometidos por consagrados, no sé como no he vomitado.
Y me apenó enormemente como aquella víctima no tenía consciencia de lo que hacía. Si bien es extraño que alguien mayor de 18 años (casi 30 años) permitiera que alguien siga abusando, porque entre mayores de edad que hay consentimiento mutuo no es abuso sexual, eso es porque alguien enganchó con aquella persona frágil de tal forma que esta confiara y le entregara su libertad sin medir las consecuencias a futuro. Y para cometer esos crímenes, se necesita tener una gran inteligencia emocional o tener ese "ojo clínico" casi intuitivo para conocer hasta que punto puede cometer coacción contra otros.
La actuación de Luis "pelao" Gnecco fue genial. Realmente era como ver a un lobo vestido de cordero con alzacuellos. Inspiraba simpatía como también inspiraba miedo y rechazo. Una persona muy cariñosa, cercana, atento con quien se le acercara, comprensivo, encantador con todo tipo de personas, aunque también muy manipulador, seductor, con escasa tolerancia a la frustración, impulsivo, y muy despectivo con el género femenino. Alguien como Fernando Karadima encaja perfectamente con el término "perverso", pues "pervierte" (valga la redundancia), tuerce, deforma de tal manera los valores que no le importa en absoluto la persona, sino satisfacer su pulsión sexual y/o degradar a la persona deseada. En el psicoanálisis se le describe como "narcisista maligno". Narcisista porque tiene como objetivo dominar a los otros, no busca afecto mutuo sino que exige fidelidad y admiración hacia su persona, y manipular a las persona, y no tiene sentido de la culpa ni de la vergüenza (por eso no reconoce sus acciones hasta el día de hoy y no ha pedido perdón). Al ser maligno, manipula y domina, y lo hacen sin problemas al no tener sentido de culpa. Es un psicópata, pues carece de culpabilidad. Es un tipo de predador sexual, pues es un "cazador" de jóvenes vulnerables con episodios de disfunción familiar y de voluntad débil (no abusaba de cualquier joven, él escogía y si veía a alguien de carácter fuerte, lo hacía a un lado) para hacerse de ellos y así satisfacer sus deseos sexuales desviados.
El "séquito" de jóvenes que lo acompañaban con chaquetas azules y de los que le ayudaban en sus misas, todos ellos en un proceso vocacional de discernimiento para irse al seminario, se caracterizaban por ser un grupo bastante homogéneo: callados, acartonados, cuya vida se centraba en Karadima y dentro de un "pequeño mundo" en el que solo habían hombres. En mis años de acólito, nunca he visto excesivo grado de solemnidad para una celebración, ni siquiera para ayudar a vestir la chaqueta a un cura, y tampoco como para no acercarme a una lola o a una joven o a una "mina guapa". Ello parece un lugar apto para "eunucos de palacio" con tendencia homosexual. En un proceso vocacional normal (y no como lo hacía Karadima), si bien es un ambiente solo de hombres, nunca me sentí dentro de una cosa rara casi homo, sino todos con su pensamiento claro, todos diferentes y pensantes, y no "sapeábamos" si alguien se equivocaba. En un proceso tampoco se prohíbe tener polola, y tampoco era imposición tenerla o no tenerla (si quieres o no quieres, es cosa tuya). De todos modos, es algo difícil tener pareja al estar en un proceso pues eso sirve como "espanta-mujeres" y peor aún si tienes cara de seminarista XD Y tampoco falta si tu madre, tu novia o una amiga tuya te diga expresamente que no quiere que te vayas al seminario XD No he visto nunca a una mujer ser expulsada de la sacristía, y he invitado a hombres y mujeres a ingresar en ella a instantes anteriores a comenzar la misa. Estos jóvenes que no tienen autonomía, no tienen lazos con la familia y tampoco no había compañerismo entre ellos (competían entre sí, acusaban o eran mandados a retar a alguien) pues Karadima lo tenían tan fríamente calculado con la finalidad de evitar sus vinculaciones y redes de apoyo de ellos con otras personas.
En la dirección espiritual (cuidado del alma), el sacerdote acompañante jamás obliga a un joven a hacerse cura sino que le ayuda, lo guía pero no lo deja solo, lo escucha y lo aconseja (o da "tirones de oreja" si es necesario), pero jamás obliga a que alguien se haga cura. Él ejerce su poder como tal, pero no hace un abuso de este poder para conseguir un propósito, ni mucho menos manipular a un joven para que este se deje abusar sexualmente como para que este se haga como único camino de salvación, lo suficiente como para aplastar y no para auxiliar.
Si bien esto sucedió dentro de la Iglesia Católica (en la que las sectas no tienen cabida), la parroquia de Karadima funcionaba como una secta. Muchos dicen con ignorancia que la Iglesia es una secta, al contrario, no lo es. La secta se caracteriza principalmente porque no busca la salvación sino el temor a la condenación eterna, y la persona que dirige una comunidad llega a ser más importante que la divinidad y en este caso concreto, Karadima ocupaba el lugar que le corresponde solo a Dios. En una secta, predomina el miedo, pues la mínima señal de error equivales a las penas del infierno o a la expulsión del grupo. Y como tal, las sectas siempre serán grupos pequeños.
El rol de Benjamín Vicuña y Pedro Campos, un mismo personaje en edades distintas, eran una víctima de Karadima. Un joven quitado de bulla, con problemas con su madre, apenado, llega y obtiene consuelo, aunque de a poco entregará su libertad. Y el afecto del abusador cambiará para mal cuando la víctima conoce a una mujer de la que se convertirá en su esposa tras pololear a escondidas (tenían la absurda prohibición de tener una polola o amiga en un proceso de discernimiento) bajo pena de ser retado por Karadima y rodeado de los sacerdotes de su grupo y de los jóvenes en una instancia que llamaban irónicamente como "corrección fraterna". Y no puedo dimensionar como es que esto les arruina la vida personal, afectiva, sexual y marital al estar Karadima presente en todo: como debían vestir, a que fiestas ir, ser amigos de tales personas, todo pasaba por él de tal forma que no existía la palabra "intimidad". La esposa de la víctima, muy bien encarnado por Ingrid Isensee, aquella guapa actriz flaquita (^.^) como aquella mujer temerosa de Karadima, luego contrariada por la actitud de su esposo contra él, sin saber de los abusos, hasta apoyarlo e instarle a que denuncie.
Reconocí a algunos personajes y circunstancias de la película que fueron cambiados a propósito y/o condensados en un solo personaje: Juan Esteban Morales (sucesor de Karadima y brazo derecho del mismo), Diego Ossa (otro incondicional de Karadima), Eliseo Escudero (el primer investigador canónico del caso), Hans Kast (otro sacerdote canonista quien tomaba declaraciones), a los cuatro obispos formados por Karadima (Arteaga, Barros, Valenzuela y Koljatic), James Hamilton, José Murillo, Juan Carlos Cruz, al Nuncio Ángelo Sodano (Cardenal Secretario de Estado en el pontificado de Benedicto XVI y actual Decano del Colegio Cardenalicio), etc.
Fue una película incómoda que a ratos provocaba asco, razón por la cual no comí nada solo compré agua. Al terminar, esperé un rato hasta ver los créditos para escuchar la música de la película. Nadie aplaudió, aunque unos pocos conversaron tras ver la película. De camino a casa, me quedó dando vueltas la película, el caso Karadima que tanto me duele por la Iglesia que amo, y estos pensamientos que he compartido aquí en el blog. No me puse audífonos para escuchar música de camino, no quise rehuir mi mente de esto. La pedofilia en el clero es un tema que no me gusta hablar, pero lo hago si alguien me pregunta de ello, aunque toco el tema pocas veces. No es una cinta panfletera ni comercial para aquellos contestatarios que odian la Iglesia, sino que una película realmente objetiva que no insulta a nadie, solo describe a modo de denuncia el abuso de poder. Una producción seria, con mucho cuidado, y con elementos psicológicos que rara vez se encuentran en el cine chileno. Extrañé algunas escenas de los trailers de la película, aunque espero que la producción aparezca completa e íntegra en la miniserie que pronto transmitirá Chilevisión. A pesar de todo, no me arrepiento de haberla visto. Y espero que realmente nos ayude para eliminar de raíz la pedofilia en la Iglesia, crear redes de apoyo y sistemas de prevención, políticas de denuncia, y también hacer un mea culpa.
Con este desorden en la cabeza al regresar a casa, mi boca permaneció muda. Y ya habiendo transcurrido 15 minutos después de salir del cine y a metros de mi casa, fue ahí cuando me descargué de este escándalo con esta palabras en voz alta: "¿Santito? De santo no tiene nada ¡Malo el weón ese!"

sábado, 11 de abril de 2015

El chisme: entre la duda y la certeza.


El Papa ha denunciado como nunca esta mala costumbre, calificando de homicidas y terroristas a quienes se dedican a ello. Chisme, cahuín, cotilleo, pelambre, conventilleo y más sinónimos de ello, significa el hablar mal de una persona que no está presente, arruinar su honra y dignidad, por lo general mintiendo o calumniando. Por lo que matar a una persona no significa solo quitarle la vida, sino también dejarla mal ante otros. Por ello, Francisco llama homicidas a los chismosos.
Sobre ello, recuerdo una película gringa del año 2008 llamada "La Duda", basada en la obra teatral "Etapa de duda: una parábola". John Patrick Shanley escribió la obra, y también dirigió la adaptación de su obra al género cinematográfico. Se trata de una relación conflictiva entre un sacerdote y una monja en una época llena de cambios bruscos.
Ambientada en los años 60 (exactamente en 1964), ya habla de los cambios a nivel nacional (un año después del atentado que cobró la vida del presidente John Fitzgerald Kennedy) y a nivel eclesial (el Concilio Vaticano II para mejorar las prácticas pastorales de la Iglesia) dentro de un colegio católico. La hermana Aloysius Bouvier (una perfecta Meryl Streep) es una monja estricta y severa al que todos los alumnos le tienen miedo, sospecha del P. Brendan Flynn (el recordado Philip Seymour Hoffman) y su dedicada atención al primer estudiante negro del colegio y uno de los acólitos del colegio. Este sacerdote, al contrario de la directora del colegio, es su superior pero es bondadoso y cree que la Iglesia debe cambiar para estar más cerca de la gente, compartiendo con los niños y sus padres. Y en medio de ellos, la joven e inexperta hermana James, quien no sabe a quien creerle. El conflicto se gatilla cuando Donald (el estudiante negro) llega al salón de clases no muy bien, con ganas de irse, con sueño, algo asustado, por lo que la hermana James sospecha algo raro al sentir alcohol en el aliento del chico. La hermana Aloysius cree que el P. Flynn dió de beber vino a Donald para abusar de él, pero él afirma que Donald bebió el vino para "borrarse" pues su padre no lo quiere y lo golpea cada vez que puede, razón por la que le dedica mayor atención. Lo cierto es que no vemos al sacerdote abusar de él, solo lo vemos en el salón de clases ya algo raro. No vemos el hecho. Solo vemos a un sacerdote que no sabe como probar que está diciendo la verdad y a una monja que no tiene evidencia alguna pero tiene la certeza que está en presencia de un abusador. Puedes creerle a ella o a él.
Personalmente le creo a él, porque la directora da a entender que no cree en los cambios del Concilio y que los consagrados son diferentes de los laicos, por lo que esa distancia debería seguir existiendo. Y en base a ello, ella se muestra fría ante todo, por lo que una persona afectiva y poco ortodoxa como el P. Flynn le causa rechazo, tal vez por temor a perder protagonismo (ambos usan la oficina de la dirección). Ella insiste en mantener los mismos esquemas de severidad y él afirma en que la Iglesia debe ser mejor cada vez más y progresar.
Algo que rescato de la cinta es la escena del sermón. Después del Evangelio, todos se sientan para escuchar las palabras del sacerdote. Esta vez, él dedica su homilía al flagelo del chisme con una pequeña historia:
"Una mujer decía chismes con una amiga sobre alguien a quien apenas conocía. Sé que ustedes nunca lo han hecho (risas). Había tenido un sueño: una gran mano apareció sobre ella y la señaló. De inmediato la apresó un horrible sentimiento de culpa. Al día siguiente fue a confesarse. Buscó al viejo sacerdote de su parroquia, el P. O'Rourke. Le contó todo.
- ¿Los chismes son pecado? ¿Era la mano del Todopoderoso acusándome con su dedo? Debo pedirle la absolución, padre. Dígame, ¿Hice algo malo?
- ¡Sí! ¡Sí, ignorante mujer malcriada! ¡Levantaste falso testimonio sobre tu prójimo! ¡No te importó para nada su reputación y creo que tienes que sentirte apenada!
Así que la mujer dijo que lo sentía, y pidió perdón.
- ¡No tan rápido! -dijo el P. O'Rourke.- Quiero que corras a casa, lleves una almohada a tu tejado, córtala con una navaja y regresa aquí conmigo.
La mujer corrió a casa, tomó una almohada de su cama y un cuchillo del cajón. Subió al tejado de su casa y abrió la almohada. Luego volvió y el anciano sacerdote le dijo:
- ¿Cortaste la almohada con la navaja?
- Si, Padre.
- ¿Y qué resultó?
- ¡Plumas! ¡Plumas! ¡Plumas por doquier, Padre!
- Ahora quiero que regreses y recojas cada pluma que voló por el viento.
- ¡Pero es imposible! ¡No sé dónde están! ¡El viento las llevó por todas partes!
- ¡Y así son los chismes!

En caso de no querer la historia por pereza, seguir el link: https://www.youtube.com/watch?v=5qfpMHJksYs

domingo, 5 de abril de 2015

De la humillación y el sufrimiento, a la gloria y el gozo.


Como era de esperar, ayer fue la Vigilia Pascual. Y nuevamente vencí el "lodo que no era lodo" en las calles, aunque el camino había mejorado un poco, ya que los militares estaban trabajando con pala en mano. Nunca supe que había un mal olor, pues con mascarilla no sentí nada.
Y en la celebración de la Vigilia de Pascua extrañé la oscuridad del templo, pues comenzamos a las 6 de la tarde debido al toque de queda, pues originalmente comenzaría a las 10 de la noche y nos desocuparíamos 90 minutos después. Pero no importaba, pues con esta tragedia nos quedamos a oscuras con nuestro miedo y dolor. Cristo Resucitado y Glorioso hecho Cirio Pascual, disipó nuestras oscuridades para decirnos que nada ni nadie, ni siquiera el barro o los excrementos nos quitarían la alegría de la eternidad. No nos hundiremos en el agua como Pedro, y tampoco en el barro maloliente, pues Él estará ahí.
El momento en que Cristo resplandeciente lleno de hermosura y gloria ha resucitado, Él tomó a la rastrera Muerte de las greñas y restregó su rostro con el polvo del suelo, para que dejemos de sufrir en este valle de lágrimas y no seguir gimiendo y llorando. Con enorme alegría, agregamos mucho incienso blanco hasta el ahogo con ese aromático y "adictivo" olor a solemnidad y alegría (faltó solo el órgano, pero no importa), además de tocar las campanas de contento. Impacientemente aguardaba llenar la Catedral de humo, pues no tengo otra forma de expresar mi alegría. Tampoco faltaron las flores (naturales por supuesto), para llenar de vida y alegría, para mí es infaltable. Los arreglos florales estaban hermosos, dignos de alegría.
Señor, pensé que todo terminó con tu muerte, pero te vi nuevamente lleno de vida y resplandeciente ya fuera del sepulcro que quería encerrarte, asombrado y maravillado, comprendiendo que el fracaso humano que creímos que ocurrió, tuvo un vuelco inesperado: con la piedra del sepulcro puesta a un lado y un ángel sentado sobre ella. Y queriendo verte y tocarte, busqué tus heridas del amor con las que pagaste mi rescate ante Dios: las marcas de los clavos y de la lanza. Y lleno de gloria te has hecho Señor de la Vida y de la Muerte, Señor de lo Imposible, Dios de la Misericordia y del Perdón, Cordero de Dios Inmolado y Glorificado, Rey de los Ángeles y de la Humanidad, Dueño de nuestros corazones, el único que se merece nuestras alabanzas y cantos. Bach ya puede escribirte toda la música que te mereces pues tú lo inspiraste y llenaste de sentido su genio y su vida, Miguel Ángel ya pudo pintarte lleno de gloria y poder en la Capilla Sixtina cuando solamente te dedicabas a la escultura, refutaste a Nietszche con tu Resurrección sin usar un argumento siquiera, llenaste de fuego ardiente el corazón de Pablo para viajar y escribir cartas incluso en la cárcel, los mártires a manos de Estado Islámico ya le perdieron el miedo a derramar su sangre por Tí en manos de los bandidos, ya eres el terror de los demonios, Lucifer todavía no lo puede creer con su fama de mal perdedor, fuiste el motivo por el que Juan fue el último de los Doce en mantenerse con vida y solamente para encontrarse contigo, inspiraste a Dante para escribir el magno poema La Divina Comedia, Mel Gibson tuvo el valor de filmar una película para demostrarte cuánto te ama, Tu Iglesia te acompaña incesantemente por los siglos de los siglos con sus errores y aciertos mientras la guías... son millones tus gracias y maravillas en todo el mundo, tantas que faltarían libros en la Biblia para describirlas.
No escuché las obras clásicas de júbilo para celebrar la Pascua (como el "Hallelujah" de Handel), sino que me atreví con otro repertorio. Y como siempre, rompí el ayuno y la abstinencia con huevitos de chocolate.
Y nuevamente ¡Gracias Jesús! ¡Feliz Pascua de Resurrección!

Gloria - Misa de Coronación - W.A. Mozart.
El himno más conocido de su obra. Imponente y majestuosa, y con un impresionante orden. Fue ejecutada por el famoso director Herbert von Karajan ante el Papa Juan Pablo II en la década de los 80.

Gloria - Missa pro pace - Wojciech Kilar.
Lejos de la música sombría de "Drácula" y de la melancolía de "Retrato de una dama", el compositor muestra una obra impetuosa, rápida y gozosa. Disfruté mucho escucharla y cantarla da gusto. Algo tiene, que me dan muchas ganas de sonreír.

Gloria - Monseñor Marco Frisina.
Este sacerdote teólogo y músico compone obras sacras para la liturgia en el Vaticano y música para películas de corte religioso o histórico. Canta el himno del Gloria en latín (como las otras 2 obras anteriores) después del rito penitencial. Y como muchas de sus obras, es solemnemente litúrgica pero es muy luminosa, si hasta te da gusto sonreír y mirar al cielo para gritar con alegría "Gracias Jesús".

Et resurrexit - Misa en si menor - J.S. Bach.
También llamada "Gran misa católica", este movimiento pertenece al Credo (el bello Credo Niceno Constantinopolitano que rezamos antes del Concilio Vaticano II y que retomamos por un año con motivo del Año de la Fe) y solo canta: "Et resurréxit tértia die secúndum Scriptúras, et ascéndit in caelum, sedet ad déxteram Patris, et íterum ventúrus est cum glória, iudicáre vivos et mórtuos, cuius regni non erit finis" ("Y resucitó al tercer día según las Escrituras, y subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin").
Este movimiento solo tiene júbilo, y la orquesta "canta" completa. Y con la versión de Karl Richter como director, más me imagino como será el Cielo.

Gloria - Misa por la paz - Feliks Nowowiejski
Pertenece a un organista y compositor polaco que no conozco, ni siquiera su obra pero me encantó por el tipo de obras sacras que me gustan: coro y órgano. Comienza con las primeras notas de la "Misa del Papa Marcelo" de Palestrina el "Gloria in excelsis Deo" ("Gloria a Dios en el cielo"). Una de esas obras que son apropiadas para una abarrotada Catedral con mucho incienso, velas enormes, flores, sotanas y roquetes.

sábado, 4 de abril de 2015

Meditando La Pasión de Cristo.


En esta película que algunos ya no quieren ver por ser muy fuerte y violenta, quisiera compartir los pensamientos que tengo en torno a algunas escenas, tomando en cuenta que es bastante realista y muy fiel al relato de este magno acontecimiento.
Hay quienes me dicen que si soy tan sensible, que no debería ver esa película. No la veo por masoquismo, sino por recordar esa historia de amor, amor hasta el extremo, superando cualquier amor de telenovela, para no olvidarme que sufrió mucho por cada uno de nosotros.
A modo de introducción, comparto las acertadas palabras de Mel Gibson sobre su película, palabras que me identificaron pues antes de "La Pasión" no sabía o me imaginaba cuán cruento debió ser el sufrimiento de Jesús: "No hay nada de violencia gratuita en esta película. Creo que un menor de doce años no debería verla, a no ser que sea muy maduro. Es bastante fuerte. Nos hemos acostumbrado a ver crucifijos bonitos colgados de la pared. Decimos: «¡Oh, sí! Jesús fue azotado, llevó su cruz a cuestas y le clavaron a un madero», pero ¿quién se detiene a pensar lo que estas palabras significan realmente? En mi niñez, no me daba cuenta de lo que esto implicaba. No comprendía lo duro que era. El profundo horror de lo que Él sufrió por nuestra redención realmente no me impactaba. Entender lo que sufrió, incluso a un nivel humano, me hace sentir no sólo compasión, sino también me hace sentirme en deuda: yo quiero compensarle por la inmensidad de su sacrificio". Y si mis buenas obras o mi servicio no son suficientes para mostrar mi gratitud, entonces que tome mi corazón y todas mis lágrimas que he derramado por Su Pasión.
Inicia todo este camino de dolor con la oración en el Huerto de Getsemaní. En nuestros huertos, cuando nadie nos vemos, lloramos y suplicamos que esto que tememos no suceda (como la muerte de alguien que sabemos que morirá pronto), pero insistiendo siempre en cumplir lo que Dios nos pide. Y lo dejamos solo, porque nos da sueño o porque también sufrimos y le hacemos el quite, mientras que alguien que se hace llamar tu amigo, a escondidas te traiciona y solo por unas 30 monedas de plata (puede ser el precio que sea), pero siempre terminamos por aprovecharnos de alguien para obtener algo. Jesús, insiste aún más en su oración en medio de su agonía, y sin importar que esa angustia sea tan grande que su piel se vuelva fina hasta que sude sangre (es un hecho clínico con episodios de angustia gigantesca), sigue insistiendo en su oración. Y ora, repitiendo las mismas palabras. 
Y Jesús, volviéndose a nosotros, nos reprocha cuando no le acompañamos y le dejamos solo. Pero se vuelve a orar repitiendo lo mismo. Y aparece un ángel, no para confortarle, sino que es el ángel caído, Lucifer. En su ambigüedad se nos presenta como una figura andrógina, y atormenta con sucesos humanos que esto no puede ser posible. Ante la fanfarronería del Maligno, Jesús se postra en el suelo (en la tradición judía, el mayor gesto de humillación ante Dios) y sigue orando, mientras Lucifer con la piel fría de una víbora lo acosa. Ya confortado, lo confirma con el pisotón sobre su cabeza, ya nos "cuenta el final de lo que pasará", como la promesa de Dios ante la desobediencia de Adán y Eva: Ella te morderá el talón, y tú pisarás su cabeza.
Ya saliendo al encuentro de la guardia del Templo, encabezados por Judas, los discípulos no pueden creer la traición. Y Judas queriendo echarse atrás, Jesús insiste que lo haga. Y con un beso traidor, lo entrega. Así como con una mano abrazamos, con otra lo apuñalamos. Del "Hossana" pasamos al "Crucifícalo". Los guardias cumpliendo la orden de buscar a un forajido, no dudan en luchar contra los discípulos que quieren defenderlo sin éxito. Sin embargo, Pedro corta la oreja de uno de los guardias, de Malco. Y ni siquiera en momentos como este, Jesús sigue mostrando su amor, agachándose para curar su oreja, indicándole a Pedro que guarde la espada. Y se pone de pie, y Malco lo mira. Buscaba a un delincuente, y terminó por encontrarse con el hombre más bueno y el más santo, con Dios Encarnado. Y se queda meditando en medio del silencio, cuando los guardias se llevan arrestado a Jesús.
Según una antigua oración judía, las dos Marías se dicen de la noche que es tan distinta a las demás, pues porque antes eran esclavas y ahora son libres. Y Jesús, como el nuevo Moisés, ya no nos salva de la esclavitud de Egipto, sino del pecado.
Los guardias se llevan a Jesús a ser juzgado en el templo. En todo el camino, ha sido humillado y golpeado. Y para no aburrirnos, osamos burlarnos o contando chismes de alguien. En medio de la noche, mientras nadie nos ve al estar a oscuras, actuamos y hacemos el mal conscientemente, tranquilos, pensando que Dios no nos ve. Y en la noche, se inicia el absurdo juicio a Jesús ante el Sanedrín, sin importar que falten algunos miembros del consejo.
En el flashback que nos lleva, Jesús recordaba cuando fabricaba un comedor para un rico, mientras miraba a un carpintero con la mirada triste construyendo una cruz para un condenado que ya conocía, tal vez ya había escuchado sus palabras. Un Jesús que en el taller de su casa, mientras María estaba en la cocina, se nos muestra como el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre. El verdadero Dios que se hizo hombre, hombre que no solo toma nuestros dolores y limitaciones, sino también nuestras alegrías. Y lo vemos hambriento, sonriente y bromista. Una imagen de Dios a quien no estamos acostumbrados a verlo sonreír, bromeando o besando a su mamá. Está bien hacerle lugares especiales en nuestras casas para Dios, pero ojala no en lugares poco accesible para no estar lejos de Él para sentirlo más nuestro, más íntimo, más cercano.
María sabía que esto pasaría algún día y viendo que esto ya está sucediendo, obedece a Dios con un "Amén", palabra hebrea que significa "Que así sea", mientras la esposa de Pilato, una mujer con otras creencias pero justa, ya sufría en sueños por la muerte de un inocente. Y en ocasiones las personas honestas de otras creencias, son más cercanas a Dios que alguien que participa en el culto, aunque no tengan conciencia de ello.  Y con los falsos testigos que deforman y tergiversan los dichos de nuestros pastores, Jesús es calumniado. Y antes quienes dicen la verdad, con Jesús son silenciados con violencia, como aquellos cristianos coptos asesinados por Estado Islámico. Lo mismo sucede con quienes solo buscan la justicia con honestidad y defendiendo los derechos humanos con objetividad, como José de Arimatea y Nicodemo, maestros de la ley que intentaron defender a Jesús desde sus posiciones pero fueron expulsados de este juicio injusto por querer buscar justicia. Los que defienden a los cristianos perseguidos, los que denuncian la corrupción de las autoridades y las falencias de sistemas económicos incapaces, son amenazados de muerte o silenciados. Y Nicodemo denuncia en vano esta farsa, mientras es expulsado.
Y para poner fin a esto, Caifás pregunta si Jesús realmente es el Hijo de Dios, y Él lo afirma con un "Yo Soy" (el nombre con el que se dio a conocer a Moisés). Y por la indignación al no querer ver que el hombre ante sus ojos es Dios encarnado, Caifás lo cree mentiroso y ante esa afirmación considerada blasfema, se rasga escandalizado las vestiduras. La verdad escandaliza, duele, pero más debería escandalizar las mentiras, las infidelidades, la corrupción, la maldad, los abortos, las violaciones a los derechos humanos. En esa condena a muerte (autoproclamarse Dios era considerada una grandísima blasfemia penada con la muerte) con la que Jesús tuvo el más más injusto de los juicios, fue despreciado con escupitajos y golpes y burlas con tantas víctimas inocentes y personas que aún esperan una justicia en manos de la incompetencia. Pedro no lo defendió como afirmó con fiereza, sino que se acobardó, llorando amargamente. Llorar con vergüenza al ver esa dulce mirada que me fulminó, recordándome sin reproche alguno lo que me dijo anteriormente, sintiéndome el peor de los seguidores de Jesús, el más indigno y sucio, que después de negarlo quiero gritar a todo pulmón que soy el discípulo del hombre más bueno y más santo, el discípulo del hermoso Dios encarnado. Ser su discípulo, algo que no merezco y por eso limpio mi indignidad con mis lágrimas. Y como cualquiera que sabe que hizo algo malo, recorre a su mamá, a María, diciéndole que no es digno porque lo negó. Y María, en plena sintonía con Jesús, buscándose.
Después de arrojar el dinero de sangre a los pies del Sanedrín, Judas fue acosado por los demonios que se presentaron como niños, acosándolo hasta la locura y provocar su suicidio. Y tras la cuerda que lo ahorcó, se rompió, cayó el cadáver del traidor al fondo, y su cuerpo al caer reventó hasta asomar una gran putrefacción. Si tan solo hubiera creído que Dios te hubiera perdonado, si hubieras hecho como Pedro, llorar pero recordar que Él es el Dios del Amor, tal vez tu final hubiera sido distinto. Lástima que esto terminó así.
Los judíos llevaron ante Jesús como un criminal que amenazaba sus intereses y el pueblo que 5 días antes lo vitoreaba a coro cantando "Hossana", cambió su canto por el "¡Fuera con ese! ¡Muera! ¡Crucifícalo!". Y Pilato, que sabía la corrupción del clero judío, lo interrogó. Jesús, a pesar de todo esto, no tenía deseos de hablar, pero afirmó ser un Rey que no buscaba tener soldados ni castillos ni armamentos ni control alguno, sino amar a todos y estar en todos. Y Pilato preguntando que era la verdad, no supo ver que la Verdad estaba ante sus ojos. Como muchos de nosotros, no queremos ver o estamos ciegos para ver a Jesús. Y como le decía su comprensiva esposa, no basta que alguien te lo diga, sino que tú la escuches y la aceptes en tu vida para liberarte del tormento de estar acorralado entre Roma y las amenazas de chantaje del Sanedrín.
Y como era obvio, no lo encontró culpable, pero ordenó que por jurisdicción sea llevado a Herodes. A un reyezuelo como ese (era rey, pero realmente mandaba el César), Jesús le dedicó el más absoluto silencio, el silencio propio del espacio exterior. Y calla ante quien quería ver espectáculo y magia, pues no piensa ser un "dios a la medida", como quienes afirman ser "creyentes a su manera". Y al no poder tenerlo a su alcance, lo desprecian.
Ya de vuelta, Herodes tampoco lo encontró culpable. Y exigiendo la libertad de Barrabás, un peligroso delincuente, exigen la muerte del Inocente. Y así el mundo permanece "patas arriba": rechazamos lo bueno y perdurable, queremos lo malo y pasajero. Es como cuando queremos como pareja a la persona que nos hace mal y a la persona que nos quiere para bien le decimos que la queremos como amistad.
Y Jesús fue azotado bajo la orden de quedar con vida para evitar la orden de crucifixión, pensando que quedando en mal estado, la gente se apiadaría. Y entre las groserías vulgares y bromas sádicas del vulgo romano usando uniformes militares, Jesús recibe los azotes poniendo su mirada en Dios. Y con aquellos que sufren cada día en el Medio Oriente por su fe cristiana y con los damnificados de nuestra tierra, Jesús fue azotado más de 39 veces (era el número de azotes según la ley romana). Y levantándose Jesús para continuar fiel a la voluntad de Dios, los soldados se asombran pero para continuar su sed de sadismo, cambiando las varillas por el falgrum (látigos de una manilla que terminaba con tiras con punta de metal o hueso que terminaban desgarrando su carne). Y María, serena aunque triste, sufre silenciosamente guardando esto en su corazón, aceptando la dura voluntad de Dios cuando nos cuesta aceptar las cosas dolorosas y las cosas que no sabemos que respuesta tienen: una enfermedad, un desastre, una muerte, una injusticia. Y hay quienes, como la esposa de Pilato con manteles (al parecer, fúnebres) para limpiar la sangre, nos ofrecen consuelo en el camino sin decirnos una sola palabra, pues no sabemos que decir.
A continuación, vemos a Lucifer sosteniendo en brazos a un grotesco bebé velludo con dientes. Lucifer solamente es el único que hace que lo tierno y bello se vuelva horroroso o despojándole del sentido: como unos niños (los demonios que se aparecieron a Judas) o la maternidad viendo a una madre con su hijo en brazos, y vemos en cambio una siniestra figura andrógina con ese grotesco bebé. Mientras la fealdad del pecado en el Anticristo que Lucifer sostiene con soberbia mientras azotan a Jesús, el flashback nos muestra a Él lavando los pies a sus discípulos. Esto es algo impensable, puesto que esto es trabajo de esclavos limpiar los pies de las personas, cosa que rara hacía un criado, sino que era un esclavo, y era por lo que Pedro no quería. Pero Jesús, nos dice que no se es cristiano si no servimos a los otros.
Y así, llevándose a un Jesús que ya era un trozo sanguinoliento con rastros de sangre en el suelo, el discípulo amado lloraba desconsolado mientras las dos Marías limpiaban la sangre. Una de las dos Marías, la Magdalena, recordaba que Jesús no solo la salvó de morir lapidada al ser sorprendida en adulterio y Jesús, invitándola a no pecar más, le devuelve su dignidad de mujer e hija de Dios, levantándola del suelo. El único hombre que desafiando el entorno machista, no tenía reparo alguno en encontrarse a solas con una mujer o hablar con ellas con suma cortesía. Jesús, el hombre que mira a la mujer no por encima del hombro sino completamente, el Dios que la redime y sale a su encuentro. Es lo que sucede cuando nos sentimos perdonados, nos volvemos a sentir hijos de Dios.
Y los soldados romanos, burlándose y haciendo parodia de su dignidad, ridiculizan los derechos humanos y profanan los templos, cosas y personas sagradas, y solo por diversión matan, torturan y violan. Y coronando con humillación su cabeza, más de 50 espinas de aquella vulgar corona se clavan en su bendita cabeza. Y Pilato, señalando a la multitud al Hombre herido, muestra las miserias que debimos merecer. Y la gente, impasible, exige su muerte. Y haciendo todo lo posible por evitar su crucifixión, es amenazado por el clero judío, viendo los enfrentamientos entre soldados y ciudadanos judíos. Y defendiendo ambos intereses, por cobardía, lava sus manos en agua pero continúan manchadas de sangre inocentes, mientras Jesús se lava las manos según el rito judío de purificación al celebrar la cena de Pascua. Y así marca el baño de sangre a la multitud a lo largo de los siglos.
Y Jesús, con dos delincuentes y el centurión a la cabeza, cargan su cruz, comenzando así el primer Via Crucis de la historia. Y abrazando la cruz, signo de la victoria sobre el mal, inicia el camino de la cruz en medio de insultos, latigazos y piedrazos, recordando como fue vitoreado hace 5 días en el primer Domingo de Ramos al llegar a Jerusalén. Y María, tiene su enfrentamiento cara a cara con Lucifer, hasta obtener la fuerza para querer encontrarse con Jesús. Y Él, cae por primera vez, como quienes ya no dan más y caen desmayados bajo el peso de sus cruces: nuestras parejas, nuestros hijos, enfermedades, un dolor aún no cicatrizado, alguien a quien no he podido perdonar.
Y en esta escena que aún no puedo superar sin llorar, María corre a encontrarse con su Hijo, para decirle: "Hijo, estoy aquí". Para una madre, un hijo por mayor que sea, siempre será "su niñito", y correrá a abrazarlo por si se cae o se equivoca alguna vez en la vida. Y pienso en tantas madres que sufren con la primera inyección de sus bebés y unen su llanto con el de ellos, o las veces que no pueden dormir cuando tienen fiebre en la madrugada, o aquellas madres solas que estudian y trabajan. Y Jesús, sacando fuerzas de su mamá, continúa su camino para hacer nuevas todas las cosas (como decía un salmo). Increíble como una mujer, aparentemente frágil, nos da mucha fuerza y valor. ¿Y dónde quedaron los hombres, los que dijeron que lo acompañarían? ¿Y quién es el sexo débil ahora? Mostrar la mínima señal de compasión hacia un condenado, podía ser condenado a muerte también. Y las únicas valientes que mostraron compasión por Jesús fueron las mujeres, y el único hombre presente con Jesús hasta Su Muerte fue el menor de los Doce, Juan.
Hasta que llegó el momento que Simón Cireneo fue obligado a cargar la cruz. No por compasión por el condenado, sino porque si se moría en el camino, el que estaba a cargo de la ejecución, "lo reemplazará" en la cruz. Y Jesús hace el camino casi desangrado. Y Pilato, aún piensa en lo que hizo. Y la cobardía aún sigue. El Cireneo, ayudándolo de mala gana, de pronto se compadece de Jesús y comprende que Él no ha hecho nada malo por lo que sale en su defensa. Y otra valiente mujer, anónimo, a quien llaman Verónica, se arriesga acercándole un paño para limpiar su rostro y reconociéndolo como Señor. Y viéndole a la cara, se encuentra con el rostro de Dios, como premio por su valentía y amor. Y no bastando, se lleva el rostro del hombre más hermoso ya impreso en ese lienzo ensangrentado convertido en reliquia.
Y ya habiendo conocido a Jesús, cuando se lleva la cruz ya es una carga compartida en la medida que lo aceptamos en nuestra vida y corazón, como tantos valientes que se atreven a ir a misa en los países con sistemas dictatoriales en que Jesucristo está prohibido y censurado. Y Jesús, volviendo a caer, nos pide ayuda, nos necesita para cumplir su voluntad, y nosotros le respondemos. Ya casi llegando al monte del Calvario, recordamos el amor a los enemigos en otro monte en el que dio su sermón. Y con el rostro de los corruptos pastores del pueblo judío, Jesús se nos presenta como el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas. Ya libres del peso de la cruz, el Cireneo ya no quiere abandonarlo, por lo que llora cuando lo echan.
En ese tanto, Juan y las dos Marías, ya alcanzaron corriendo la cima del Calvario. Al levantarse con dificultad, antes de ser crucificado, nos recuerda el pan antes de ser consagrado en esa primera misa de la Última Cena. Nuestras heridas se reabren al desgarrar violentamente las ropas pegadas a la sangre seca de su cuerpo tras haberse levantado, desnudo, pero cubriendo nuestras vergüenzas y acercándose a la cruz.
Jesús, siendo atado a la cruz, ya se nos recuerda que Jesús se irá pero no para abandonarnos. Y con su crucifixión, nos enseña a amar a todos, incondicionalmente, mostrándose como el único camino que seguir, la única verdad que creer y la única vida que vivir. Y hasta el extremo de ser desgarrado de un brazo, pide a Dios que nos perdone porque somos tan frágiles y no tenemos consciencia de nuestros errores, injusticias y fracasos, aún cuando nos creemos listos (aún no supero esta escena, con escuchar la música o recordar la escena, ya me dan ganas de llorar o se me hace el nudo en la garganta, como me pasó al hablar con un evangélico al hablar de Su Pasión y Muerte).
Y con las palabras de Jesús que recordamos en cada misa, las mismas palabras que pronunció en la Última Cena, Jesús es elevado en lo alto de la cruz para que lo veamos. Y Juan, quien estuvo en esa primera misa, la vive por segunda vez presenciando la elevación y mostrándonos el valor de la Eucaristía. Y con Su Sangre derramada en aquella cena, Juan mira sus heridas y con los rastros sangrantes de la cruz.
De los ladrones, uno no acepta el perdón de Dios, y el otro lo acepta. Y este último ladrón fue tan listo que hasta "le robó el Paraíso", convirtiéndose el primer santo canonizado de la Iglesia de Cristo... y canonizado por Él mismo, y no entre cantos de alabanzas, sino en medio de gritos de burlas e insultos. Y aún cuando ya se está a las puertas de la muerte, aún es tiempo para arrepentirse y pedir perdón.
Así, pasan las tres horas hasta hacerse oscuridad ("tenebrae factae sunt"), y los romanos se reparten las únicas pertenencias de Jesús: su ropa. Una grotesca repartición de la herencia mientras que en otro lado, Jesús reparte como herencia a María como nuestra mamá en la persona de Juan, y a ella le da a nosotros como hijos nuestros. Y así, los que se sienten huérfanos, ya tienen un Padre y una Madre en el Cielo. Si Judas hubiese querido, también la hubiera tenido por Madre. Jesús es acosado por la sed, al perder sangre bajo el sol propio de aquel lugar, le ofrecen vino avinagrado y no agua. Pero Él rehúsa beberlo, pues quiere estar en sus cabales, sufrir conscientemente. El vino amargo se usaba en los crucificados como una especie de anestesia y/o droga para disminuir el dolor y la consciencia de sufrimiento, razón por la que Jesús quiere sufrir conscientemente. Sin anestesia alguna, quiere entregarse hasta el porcentaje infinito (sería poco decir 100%).
Con ese "Elí elí lama sabactaní", Dios se siente tan desamparado como Su Hijo, mirándose a un espejo, como si Dios no existiera. El dilema para algunos de tu supuesta no existencia, muchos enfrentan con un pseudo racionalismo y pragmatismo ideológico. La muerte en la cruz es escándalo e incomoda hasta el día de hoy, pero no hay que temer a su amor y sacrificio. Jesús lo da todo, y los conversos lo reconocen.
Ya desnudado de toda dignidad, Jesús muere... y Dios llora, dejando ver su dolor con un potente terremoto. Y para que los crucificados no lo presencien, les rompen las piernas, pues con el peso del cuerpo, así era la manera más rápida de matarlos asfixiados. Y como Jesús ya había muerto no había necesidad de romperle las piernas por lo que lo rematan con una lanza, y de esta herida brota sangre y agua. Ambos, centurión y soldado de la lanza, ya lo reconocen como Dios y Señor, y los soldados huyen temerosos. El Templo ha sido desgarrado en su construcción y también el velo que cubre el exclusivo cuarto del "Santo de los Santos", pues Dios lo desgarra para salir a encontrarse con la humanidad ya redimida y con la urgencia de abolir el pensamiento clericalista y legalista, y Lucifer chilla lleno de odio y muerte en su soledad, sabiéndose derrotado por la humildad y el amor infinito.
María, ya con el cuerpo muerto de Su Hijo, lo carga en brazos, así como la hemos visto cargar en brazos a Jesús Niño. Pensando en las madres que han perdido a su hijos en accidentes, asesinatos, en la guerra o por los hijos que no pudieron nacer por el aborto. Ya con clavos y la corona de espinas ensangrentados en un rincón aparte, nuestras faltas ya se quedaron vencidas en la cruz. María nos mira a la pantalla, a los ojos, triste pero no desconsolada, como quien espera que suceda algo, es como si nos dijera: Mira, mi Hijo lo hizo por ti, porque te ama y lo hizo para salvarte.
Vemos una escena breve pero luminosa de la resurrección pues no sabemos como ocurrió, pero lo vemos abrir sus ojos, completamente ileso, solo con las Heridas del Amor: las marcas de sus clavos. Y en medio del dolor, es posible mostrar amor y ternura. E incluso en una catástrofe como esta, es posible la esperanza de reconstruir y limpiar nuestra ciudad. Y Jesús muere y resucita en medio del charco mal oliente de nuestras calles. Jesús no nos respondió porque debemos morir, sino que la resolvió con su muerte. De alguna manera, el gozo llega después del sufrimiento, sea cual sea. Si Jesús murió en el más absoluto de los fracasos y resucitó triunfante y glorioso para no morir nunca más, con mayor razón Jesús compartirá con nosotros el dolor y también la alegría de la resurrección.
Ahora que es Sábado Santo, en el silencio del luto por la muerte de la Vida, no nos quedamos sin hacer nada. Esperamos con María, acompañándola en su dolor, en silencio. Esperamos la promesa que dijo en una discusión con unos fariseos: "Destruyan este templo, y en tres días lo reconstruiré".

viernes, 3 de abril de 2015

Viernes Santo: Cristo humillado con el excremento de nuestras calles.


Este Viernes Santo fue diferente pues casi ni lo sentí al estar en medio de tanto dolor. Desayuné tarde para salir temprano sin almorzar, debido a la restricción vehicular.
En la mañana escuché unos himnos polifónicos de Viernes Santo, y vi unas escenas de "El Manto Sagrado". Y antes de salir de casa, vi la Celebración de la Hora Santa hecha por el Papa Francisco, hasta que llegó la hora de salir.
Ya después de iniciar la primera odisea del fango y el excremento por las calles, llegué a Catedral no sin antes cambiarme las botas por los zapatos. Ya que habían pocas personas (algunos parroquianos), aproveché la soledad en el templo para orar silenciosamente y meditar el Via Crucis ante la imagen del Crucificado.
Ya al comenzar la Hora Santa, nos postramos ante el altar. Ante Dios sentía que no había nada mejor que agradecer su sacrificio con hacerme y sentirme nada, postrado en el suelo y sin haber comido nada después del desayuno ni beber durante el camino a la Catedral durante esta semana cuando la sed me acosaba. Mi cara tocaba la alfombra del presbiterio y consciente de mi nada y finitud, me levanté lleno de gratitud hacia Jesús. Y transcurrió la liturgia normalmente, y estuve tranquilo. Nada de tristeza, sino de gratitud.
Ya al finalizar, inicié otra aventura para el regreso a casa. Ya en casa, pude almorzar. He visto la película del Padre Pio, en la versión del actor italiano Sergio Castellito (el Rey Miraz en la película "Las Crónicas de Narnia: El Príncipe Caspián"). Una película mística, dura y hermosa, recuerdo que la he visto cuando tenía 12 años, y como luchaba para no quedarme dormido mientras la veía aquel Jueves Santo en la noche, marcándome lo suficiente como para pensar a mi edad que seguir a Cristo era algo muy serio y pensar en las cosas eternas, aunque a ratos pensaba que yo "era muy chico para eso". Y todavía conmueve un poquito esa película, especialmente algunas escenas. Una película místicamente franciscana.
Luego seguí con "Karol: el Papa, el hombre", la continuación de "Karol, el hombre que se convirtió en Papa". Una producción que se desarrolla en torno al pensamiento personalista y el lado humano de Karol Wojtyla o mejor dicho, San Juan Pablo II, recorriendo los aspectos y las personas más importantes de su vida, incluyendo sus viajes y el deterioro constante de su salud. Y seguí con La Pasión de Cristo (en el que después publicaré una nueva entrada con pensamientos personales de cada escena de la película), Jesús de Nazaret (imposible no ver un clásico) y terminé viendo el tradicional Via Crucis en el Coliseo Romano con el Papa Francisco. Las meditaciones de las estaciones del Via Crucis fueron escritas por un obispo, pensando en los cristianos perseguidos del Medio Oriente.
Fue un Viernes Santo diferente, en el que la Pasión de Cristo no solo se vivió litúrgicamente sino que en las calles de nuestra región afectada por el aluvión. Señor, sabes bien que no merezco tanto pues las veces que me das amor, otras tantas te he fallado. Y aún así, sigues conmigo. Si quieres que aún te sirva, no te apartes de mí, y no me sueltes ahora cuando más necesito de ti, pues ahora siento que al menor descuido de tu mano me caeré a la nada.
Por todo esto, gracias Jesús.

P.D.: Mientras escribía al ver "La Pasión de Cristo", papá salió de la pieza para ir a la cocina. Se acercó a mí, me miró a los ojos y me preguntó si lloré, pues me indicó que tenía los ojos colorados. No lo negué, pues es imposible que no me duela la crucifixión, pero de esto ya lo escribiré en la próxima entrada.

jueves, 2 de abril de 2015

In Coena Domini: Eh, por favor, quiero silencio. No quiero ruido.


El Jueves Santo no lo he comenzado con una obra de Bach, sino con canciones de Andrea Bocelli para un video con escenas después de la muerte de San Juan Pablo II hace exactamente una década y momentos de su pontificado (y hoy, se han cumplido esos 10 años). La música se usó de su álbum "Sacred Arias" para un DVD llamado "Credo".
Veía las escenas, un poquito emocionado, recordando lo mucho que lloré aquel tiempo cuando me avisaron que había muerto. Y dentro de esos temas, resonó el "Pietá, Signore" (Piedad, Señor) de Louis Niedermeyer, mientras hubo un momento en que se interrumpió el tema con los 3 balazos de su atentado aquel 13 de mayo de 1981. Pensé en el dificil Mandato del Amor (Ámense los unos a los otros). Esas palabras son hermosas y se pueden repetir cuantas veces quiera en muchas circunstancias, pero llega a incomodar cuando se quieren llevar a la práctica. Implica negarse a uno mismo, no quejarse ni permitirse la más mínima morisqueta de molestia, implica bajarse del caballo y quitarse la corona. Y medité como me hace falta sufrir silenciosamente, sin que se note, al ser tan expresivo. El Mandato del Amor es la más hermosa y valiosa herencia que Cristo nos dejó en la Última Cena, herencia que por nada del mundo debemos alterar o eliminar, ni mucho menos hacer la vista gorda. 

A eso del mediodía, veía la Misa de la Cena del Señor del Papa Francisco en la cárcel de Rebibbia en Roma. Habían interrupciones hogareñas mientras lo veía, pero no perdí de vista el detalle del servicio a los otros. Ayer ya había pensado en el servicio a los demás cuando el P. Mariano Puga me dijo que servir a Cristo en el Altar es servir a los pobres, porque Cristo está en la Eucaristía y en quienes sufren, por lo que todo cuanto hagamos con ellos, a Él se lo hacemos.
Camino a la misa en horas de la tarde, con mascarilla y el polvo flotante, la sed me torturaba, hasta que aparecieron dos parroquianos en auto y me llevaron. Guardaron el auto en la casa de alguien y caminamos hasta la Catedral, enfrentando nuevamente el barro.
Esta vez, viví la celebración en silencio, con la mente en blanco. Me gustó no escuchar coro. No pensé en nada. Solo ayudando en el lavado de pies, recordando el servicio de los unos con los otros. La adoración a Cristo Eucaristía, muy humilde, pero me relajé completamente en este estado de oración mientras estaba arrodillado. Antes de iniciar otra odisea en el barro hasta llegar al auto para ir a casa, con un amigo nos quedamos ordenando y dejando listo para la Hora Santa de mañana viernes, Viernes Santo. Sacando un paño morado como la penitencia, doblándolo y marcándolo con agujas para cubrir al Cristo sacado del museo. Un Cristo barroco que tiene 3 o 4 siglos.
Escuché a Bach ya cuando era de noche. La obra más sublime de su repertorio, tal vez de la historia de la música o de la humanidad: "La Pasión según San Mateo". Es imposible no conmoverse con esta obra bellísima. La versión que escuché es la de Karl Richter, mi favorita. Si bien es una obra del barroco, generalmente se interpreta con instrumentos musicales de la época, pero alcanza tal dosis de dramatismo y sacralidad con una versión casi "romántica" con instrumentos contemporáneos.
El fragmento que escuché correspondía a la Última Cena, momento en que se instituyen: el mandato del amor, el servicio como emblema a través del lavado de pies, la Eucaristía en que se da en Su Cuerpo y en Su Sangre, y el Orden Sacerdotal. Recuerdo que en la Consagración, miraba fijamente la hostia hecha Cuerpo, y pensaba como Cristo se hizo tan cercano no solo quedándose en pan y vino sino a través de la mesa (Altar), lugar importante de toda comunidad en que se reúnen y comparten. Un Dios que se queda no en la soledad sino en la compañía de sus seres queridos, sus amigos. Un Dios conmovido que se ofrece como el Nuevo Cordero que pone fin a la antigua alianza de Moisés mientras otros doce cristos (menos uno) lo miran con conmoción en esa primera misa. El Cordero de Dios que no solo se hace víctima del sacrificio, sino también sacerdote y altar. Sacrificio incruento que se inmola cada día en los templos y en los rincones más oscuros de alguna cárcel de una dictadura o en medio de un conflicto armado, en público o a escondidas. Con tan poco que te haces en las manos de un ser falible que te dijo "sí", basta para darme la fuerza que necesito para toda la semana. Mi servicio es tan poco para que este pobre e indigno servidor asista al sacrificio, aunque te vales de herramientas inútiles (como decía de sí mismo Benedicto XVI) para darte a conocer, y ese servicio es algo que hago de muy bien grado. Cuando no acolito, tengo el privilegio de orar después de comulgar, y degustar momentáneamente un trozo del Cielo, especialmente con el "Ave Verum Corpus" de Mozart. Imagino cuán hermosas fueron aquellas misas tridentinas mientras se cantaba aquella obra en el momento de la comunión, pues ya mueve a pensar en las cosas eternas.

"Ave Verum Corpus" (Salve, Verdadero Cuerpo) de W.A. Mozart

Fragmento de "La Pasión según San Mateo" de J.S. Bach.
17. RECITATIVO (Mateo 26,23-29) Evangelista Él les respondió diciendo: Jesús El que introduce conmigo su mano en el plato, ése es el traidor. En cuanto al Hijo del Hombre, sigue su camino, tal ¡ay de aquél por quien el Hijo y como de Él está escrito. Pero, le valdría a esa persona no haber del Hombre será entregado! Más nacido! Evangelista Entonces Judas, que era el que le iba a traicionar, dijo: Judas ¿Soy yo Maestro? Evangelista Y Él le dijo: Jesús Tú lo has dicho. Evangelista Mientras comían, Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: Jesús Tomad y comed. Este es mi cuerpo. Evangelista Y tomó el cáliz, lo bendijo y se lo entregó diciendo: Jesús Bebed todos de él, porque esta es Testamento, que será derramada mi sangre, la sangre del Nuevo por muchos para el perdón de los más de este fruto de la vid, hasta pecados. Yo os digo que no beberé que llegue el día en que de nuevo lo beba con vosotros en el Reino de mi Padre. 18. RECITATIVO (Soprano) A pesar de que mi corazón se deshace en lágrimas cuando Jesús se aleja de mí, su testamento me llena de gozo. llegan a mis manos. Su Carne y su Sangre, ¡oh, preciado tesoro!, Así como en la tierra no podía sino amar a los suyos, así nos ama hasta el fin. 19. ARIA (Soprano) Quiero entregarte mi corazón, sumérgete en él, Salvador mío. Quiero abandonarme en tus brazos. Si el mundo es pequeño para Ti, sé Tú sólo para mí más que el cielo y el mundo.

miércoles, 1 de abril de 2015

En el mismo barro, todos revolcados.


En la Misa Crismal de hoy, se realizó al mediodía debido al toque de queda y estado de excepción constitucional. Tomé las botas de agua y salí de casa, aunque cada paso que daba era un martirio, pues me lastimaban los pies, aunque preferí sufrir esto en silencio.
Un poco más allá de la municipalidad, había gente que esperaba las donaciones, mientras resguardaban los militares. Como nunca transitaba gente el día de hoy. Esta vez, decidí cruzar el centro con charcos y todo. Aproveché de ayudar a una señora que tenía problemas para cruzar. Debería haberme frustrado pero no sucedió, pues pensaba que ese trayecto lo hacia rápidamente, y ahora me he tardado unos minutos en hacer el mismo recorrido... pero con barro.
Así, llegué a Catedral para ayudar en la celebración de la consagración de los santos óleo y crisma, y de la renovación de las promesas sacerdotales. Faltaron sacerdotes (pues la distancia más el barro y el aislamiento hacían difícil la llegada), habían 4 diáconos y un acólito (servidor). Gran parte de los sacerdotes tenían los zapatos embarrados, unos más que otros. Me encontré con el P. Mario (otro Jeremías igual de sensible que yo), a quien vi algo conmovido. Le hice notar lo consolador que fue el video que vi anoche en el que daba un mensaje de esperanza tras esta catástrofe, un mensaje en que noté mucho cariño en sus palabras. Me dijo que lo habían entrevistado después de la liturgia penitencial que tuvo en su parroquia.
Mi sorpresa fue grande al ver entre los sacerdotes a uno que estaba de paso: el P. Mariano Puga, un cura obrero muy conocido en todo Chile, especialmente por oponerse radicalmente a la violencia en el tiempo del Gobierno Militar de Pinochet, y ahora en Chiloé. Nunca pensé que conocería al sacerdote que mientras echaba a los manifestantes durante la misa de San Juan Pablo II en su visita a Chile, le llegó un piedrazo que no lo acobardó siquiera un poco, aunque su alba blanca se tiñó de rojo con su sangre. Es un sacerdote "progresista" en muchos temas de la Iglesia, casi rupturista, pero nunca oculté mi admiración por su opción y entrega radicales a Dios y Su Pueblo. Le busqué un alba y una estola con ayuda de un amigo, mientras notaba que estaba de sandalias sin calcetines, y con un dedo del pie vendado, pues se había lastimado al ayudar y se lavó y vendó para desinfectar la herida del barro.
Antes de comenzar, abundaba el buen humor en el clero. Esperanza y fe a pesar del dolor de las muertes y pérdidas del Pueblo de Dios en Atacama. Y esto ayudó un poco a subir el ánimo. Fue una misa sobria, más no escaseó la solemnidad, habían pocas personas pero con toda la fe. La homilía del obispo, fue dirigida a sus sacerdotes: ubicándose en el ambón, se puso de lado, ladeando el micrófono. Y con la ternura de un padre y el mandato de un general, pidió más que nunca al clero consolar y ayudar a ser los cireneos para las personas que en este momentos llevan cruces cada vez más pesadas, y no dejar de pensar en las personas en todo momento. Eso es lo que significa ser sacerdote: cuidar de su gente, acompañarla, alentarla, escucharla, responder siempre cuando Dios llama, incluso cuando se está cansado o cuando se cree que los innumerables defectos eclipsan a un siervo. Hombres imperfectos, seres no angélicos, seres mortales, conscientes de su imperfección y finitud, que reciben el mandato de anunciar y denunciar, absolver pecados, obedecer al mandato de renovar cada día el memorial de Cristo, y derramando si sangre si fuera necesario.
Al acompañar al P. Mariano a quitarse los ornamentos, me preguntó si era seminarista (siempre me preguntan eso XD) y le contesté que solo soy acólito. Y de ahí es cuando me mira a los ojos y me dice una frase que espero no olvidar: "Cuando estás sirviendo a Cristo en el Altar, estás sirviendo a los pobres". Quedé impactado, por lo que agregó que Cristo Eucaristía es el mismo Cristo pobre y sufriente: "Cada vez que hicieron esto con alguno de estos mis hermanos, a Mí me lo hicieron" (como dice la parábola del Juicio de las Naciones).
Me invitaron a almorzar en el Obispado, pero no quise hacerlo, pues deseaba almorzar en casa. Por lo general, siempre acepto la invitación de comer allí, aunque esta vez decliné, soportando un poco el hambre durante el camino como una pequeña forma de ofrecer mi pobre vida a Cristo, ahora sufriente en quienes veía en los albergues y en las calles haciendo cola. De regreso a casa, caminaba pensando como podía encontrar a Dios en medio del barro y la inmundicia, pensamientos propios de un retiro... aunque luego comprendí que todos hemos vivido esta Eucaristía dentro y fuera del templo, consciente e inconscientemente: compartiendo todos juntos la Pasión de Cristo en cada una de nuestras vidas, viviéndola en la misma sintonía, en unidad.
Y vaya que no es fácil ser cristiano, pues implica estar a prueba de todo. Y esta vez no estaba preparado para un aluvión, aunque sí para un hipotético apocalipsis zombie. Y parecía estar en un apocalipsis camino a la Catedral al corroborar el coplapso de la ciudad tras el desastre: una mezcla de "Children of men" (la polución en las calles), "Battle Royale" (en el que cada uno se las arregla, abandonando todo índice de bondad y solidaridad), "Resident Evil" y "Highschool of the dead" (ambas, historias distintas del apolipsis zombie pero vividas de igual manera el mal manejo de las autoridades y la histeria colectiva).
Si esto realmente fuera el apocalipsis, además del miedo humano, también me alegraría y me llenaría de esperanza... pues el Libro de Apocalipsis conserva el frescor de la esperanza cristiana a pesar de las adversidades. Es decir, tiene el mejor de los finales felices.

El video corresponde al mensaje del P. Mario, desde Vallenar. Personalmente, le quitaría la música de fondo. La música corresponde a la banda sonora de "La lista de Schindler" compuesta por John Williams. Es una obra musical que prefiero hacerle el quite, pues la temática de la película trata del Holocausto (una de las mayores verguenzas de la humanidad), algo que me parte el corazón inconsolablemente por los extremos a los que podemos llegar al ceder a la maldad. Sin embargo, la esperanza alumbra hasta extinguir la sombra de la maldad y el terror.