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lunes, 20 de enero de 2014

El abrazo de Caldera.

 
Acaba de terminar un suceso muy significativo, en el que me he integrado en los últimos días de la misión Chile-Bolivia en Caldera, aunque la historia se remonta desde el año pasado.
En el mes de julio de 2013, mientras en Brasil muchos vibraban con la JMJ y la venida de Francisco ya no como cardenal sino como Papa, algunos jóvenes viajaron a misionar a Bolivia en la ciudad de Cochabamba tras un acuerdo entre un sacerdote que había sido párroco con dos religiosas de su comunidad y las religiosas de Bolivia que son de la misma congregación de las dos. Después de misionar por unos días, se consolidó una gran amistad entre chilenos y bolivianos. Y después de ese período, quedaron en los que misionados viajarían a Chile durante el verano. Y así fue.
Hace casi una semana atrás, vinieron a nuestra ciudad algunos de ellos. Mientras yo, no pude participar en los primeros días, porque he comenzado tarde el año universitario, por lo que tuve que salir tarde de este año universitario con evaluaciones e informes y demás (ya saben, relación causa efecto, una cosa lleva a la otra). Me uní a los últimos 3 días, e increiblemente me sentí tan acogido en un grupo tan lleno de catolicidad (en el término universal de la palabra). Ellos ya había recorrido parte de Copiapó, y dos días antes de mi llegada habían ido a Caldera.
El compartir en los paseos, en las conversaciones durante las comidas, las risotadas, los momentos de oración, y ese "intercambio cultural" que se dió mientras bailaban y cantaban temas propios de las respectivas naciones, ha sido lo más hermoso que se ha dado en esos días. Por eso el nombre de esta publicación.
En la homilía de la misa del domingo (en el último día), me llamó la atención algo que le encontré mucho de cierto en las palabras del sacerdote párroco, que hacía de concelebrante de la Eucaristía. Decía que "los altos poderes son quienes realizan las divisiones en sus respectivos pueblos (límites, situación política, etc.), porque en las bases (la gente, quienes no tienen poder) no existe divisiones sino la unidad, porque no tienen ambiciones personales ni intereses coludidos". Y eso se dió exactamente, no hubo conflictos de todo tipo ni un estúpido extremismo nacionalista, sino que una amistad increíble como pocas. Hasta la eucarístía fue internacional, con un profundo sentido de la catolicidad:  además de los chilenos y bolivianos que compartimos el Pan de la Vida, había una religiosa paraguaya, entre nosotros nos acompañaban dos religiosas italianas. nos visistaron religiosos en formación que misionaban en los parronales (uno de México y otro de Ecuador), otra religiosa que nos visitó y oriunda de Argentina (y además, sobrina del Papa Francisco ¡Increíble!), y un amigo que no veía hace algún tiempo y es español. Nunca había experimentado una pluralidad de esa magnitud, no solo por el interés que habían despertado aquellas misiones (por las visitas que habían tenido, incluso del propio obispo), sino por lo que significa ser Pueblo de Dios, porque aquella condición rompe con cualquier clase de frontera (cultura, idioma, gobierno, pensamiento, etc.) y eso es el verdadero sentido del "ser Iglesia", una especie de Pentecostés del que no sé llegó a hablar en otros idiomas, sino que entre personas tan distintas compartíamos nuestro amor por Cristo y su Iglesia, y eso es un privilegio muy grande.
Y aunque estuve compartiendo con ellos pocos días, ello bastó para echar raíces de fraternidad, respeto y cariño. Y además de los recuerdos físicos que me llevo de los presentes que nos han hecho, quedan las risas y los nuevos aprendizajes de vida.
Antes de la despedida al terminal de buses, se finalizó con un pequeño ágape con intercambio de palabras y gestos de afecto. Ya en el terminal, las despedidas y las lágrimas (incluso las mías) se apoderaron del momento. Espero que en las próximas misiones (ya sea acá o en Bolivia) no me agobien con tanta evaluación propia de la universidad, pues uno también tiene vida.
Me encuentro un poco sensible, con algo de melancolía y triste (todavía con las ganas de llorar), pero me alegra vivir este poco tiempo con mucho provecho, vivirlos al máximo.
De que nos veremos, nos vamos a ver... pero que sea luego ¿Eh? XD
Deo Gratias.

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