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domingo, 11 de mayo de 2014

Pasión de una joven madre según Bowlby y Francisco


Desde un domingo, mientras terminaba un compromiso pastoral que había comenzado el sábado en la mañana, no sospechaba que mi amiga iba a ser internada esa misma noche. Ni siquiera fui a la misa vespertina. La saludé antes que fuera internada y la bendije. Al día siguiente ella daba a luz a su hijita, sin rastro alguno de parto, y sonriente como si nada. Después de ese día, la vi dándole de comer a la bebecita y me produjo toda clase de sentimientos, sin imaginarme que al mes después, vería la misma acción en el bautizo de su hija.
Una de mis reacciones fue recordar la escena entre Beatrix y Karen Kim cuando se apuntaban mutuamente con armas de fuego en "Kill Bill Vol. 2", justo cuando Beatrix acababa de enterarse de su embarazo. Automáticamente en mí surgió el paralelo entre Beatrix y mi amiga con un parlamento de la película: que la mujer más brava y más fiera, se acaba de convertir en la mujer más vulnerable al convertirse en madre.
El acto de amamantar es algo que hemos visto en la locomoción colectiva, en el asiento de un parque, en la plaza, en todos lados. Constituye un acto normal. He sido testigo de un hermoso diálogo entre madre e hija, un vínculo que comenzó a darse con ella ya fuera del vientre materno. Y como cualquier ser humano, también lo he vivido cuando fui bebé.
Hace algún tiempo atrás, tristemente en nuestro país se le pidió a una madre que no le diera de comer a su bebé por considerarlo "inmoral", por lo que desató miles de voces apoyando a la madre, incluso de una iniciativa llamada "tetada" donde muchas madres daban de amamantar a sus hijos en la calle. Y no sé cual es la maldad de esto, creo que al asociar un seno desnudo lo asocian a morbosidad. ¿Qué tiene de raro o pecaminoso? Nada, todas las mujeres lo tienen, con diversos tamaños y formas, pero todos ellos con la misma función: nutrir a los hijos. En ello no hay nada malo, salvo si te pasas mirándolos todo el día o teniéndolo como pensamiento monotemático.
Papa Francisco también animaba a amamantar en público, incluso en los templos. Recuerdo ver en video un pedazo de una de sus audiencias papales de los miércoles, un momento en que él se acercó a una mamá con su hijo de poquitos meses que no paraba de llorar y ella lo acariciaba, él le decía "señora, creo que su hijo tiene hambre", ella le decía que al parecer era su hora de comer, por lo que él le insistió a que lo hiciera, por lo que no tenía que avergonzarse de amamantar en público. En el común de la gente, se cree erróneamente que amamantar en la Iglesia es provocación o impudicia, pues este gesto dice todo lo contrario. Ha tenido también un gesto similar en un bautizo de varios bebés en la Capilla Sixtina, instando a las mamás a que no duden en amamantar a sus hijos si tienen hambre, porque ellos son importantes.
Según John Bowlby, psicólogo y formulador de la teoría del apego, a través de la lactancia se establece un fuerte vínculo entre la madre y el hijo, puesto que el último tiende a buscar la cercanía y se siente protegido con su presencia, por lo que su equilibrio emocional se mantiene. Es por esa razón que los bebés lloran cuando sus madres no están cerca de ellos y se calman cuando ellas los abrazan y les hablan. Ya eso nos dice que biológicamente fuimos creados para estar con nuestros padres no para que ellos calmen nuestras necesidades, sino porque al ser seres humanos somos seres sociales. Pero al no haber lactancia o si la calidad del apego es insuficiente, no solo causa depresión sino rasgos hostiles o la incapacidad de socializar con otros y establecer relaciones interpersonales (de ellos hay muchos casos, incluso de niños criados por animales). Al mencionar apego se entiende como el vínculo emocional del bebé con sus padres y proporcionando su seguridad para un buen desarrollo de la personalidad, y que dependiendo del estado (temor, ansiedad o seguridad) se determina por la disponibilidad de la figura significativa (la madre en la mayoría de los casos). Esta seguridad significa la aceptación y protección incansables, proximidad materno como piedra angular de seguridad y continuación de la especie (en términos evolucionistas).
Insisto ¿Por qué prohibir un acto tan natural y propio de nuestra humanidad? ¿Acaso temen a la vida naciente hecha ternura? ¿Por qué ocultar algo hermoso? ¿Acaso es tan malo una comunicación entre madre y bebé?
Por esa razón, un saludo en el Día de la Madre a todas las madres (especialmente a la mía y a mi mejor amiga, que vive su primer día de la madre), mayores o jóvenes, acompañadas o solas, pero que viven dando la vida por sus hijos. Tan importantes son en la vida de cada uno de nosotros, que el mismo Dios también quiso tener una.
¡Feliz día de la madre!

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