Ayer, 19 de marzo, fue el primer aniversario del día en que Papa Francisco iniciaba solemnemente su pontificado con la misa de inauguración, en el día de San José. Allí, se le impuso el palio y el Anillo de Pescador, elementos propios del pontificado.
Esa vez, seguí la misa online, y he caído en la cuenta al mencionar sobre la importancia de la responsabilidad que conlleva el poder y el verdadero sentido de este, que es el servicio. Y junto con eso, la custodia de la creación. Creación que no es producto de nuestro consumo, sino que el ser humano, al ser superior al resto de la creación, éste debe hacerse responsable, procurando respeto, y no ser mero consumidor.
Pero de todo ello, me quedó muy grabada una frase que está enmarcada en mi corazón y que frecuentemente la digo: "No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura".
Esa frase es la que más me gusta, porque son muchos los que se resisten a ellas (bondad y ternura), ya sea por miedo, por rechazo debido a la concepción de una imagen errada o por mero resentimiento. No solo se resisten a Francisco algunos clérigos -lo que me parece increíble y absurdo- sino también por los contestatarios e "inconformes de siempre", acusando una falsa imagen de humildad, sino también a los que resisten al amor de Dios, amor que no sabe de límites sino de gratuidad, pero que no se deja ver por la soberbia, lo que hace creer erradamente que no existe.
Aún queda por hacer, y aún queda ternura por derramar a muchos y muchas. No solo a las personas de buena voluntad, sino también a los que no tienen voluntad de construir un mundo justo.
El desafío está hecho.
Esa vez, seguí la misa online, y he caído en la cuenta al mencionar sobre la importancia de la responsabilidad que conlleva el poder y el verdadero sentido de este, que es el servicio. Y junto con eso, la custodia de la creación. Creación que no es producto de nuestro consumo, sino que el ser humano, al ser superior al resto de la creación, éste debe hacerse responsable, procurando respeto, y no ser mero consumidor.
Pero de todo ello, me quedó muy grabada una frase que está enmarcada en mi corazón y que frecuentemente la digo: "No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura".
Esa frase es la que más me gusta, porque son muchos los que se resisten a ellas (bondad y ternura), ya sea por miedo, por rechazo debido a la concepción de una imagen errada o por mero resentimiento. No solo se resisten a Francisco algunos clérigos -lo que me parece increíble y absurdo- sino también por los contestatarios e "inconformes de siempre", acusando una falsa imagen de humildad, sino también a los que resisten al amor de Dios, amor que no sabe de límites sino de gratuidad, pero que no se deja ver por la soberbia, lo que hace creer erradamente que no existe.
Aún queda por hacer, y aún queda ternura por derramar a muchos y muchas. No solo a las personas de buena voluntad, sino también a los que no tienen voluntad de construir un mundo justo.
El desafío está hecho.
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